Sin arriesgar lo más mínimo, cediendo permanentemente al recurso fácil, a la explotación de los sentimientos primarios y al pan y al circo, se estrenó la noche de este jueves el programa más caro de la Televisión Canaria, Sin secretos, así somos los canarios, sin complejos. La expectación previa sentó ante la televisión a muchos menos canarios de los previstos, pero los 45.000 que lo hicieron no se quisieron perder el regreso de Cristina García Ramos a las pantallas isleñas, y la presentadora no defraudó ni a los que le buscaban algún error ni a los que creen que es una sólida profesional que no debió aceptar un proyecto de este tipo, que no está a su altura, salvo en lo económico. Los guionistas y los que adaptaron la idea original del programa a Canarias no se devanaron los sesos: pleito insular aderezado con carnaval, fútbol, capitalidad, el nombre de Gran Canaria... y con un cuestionario para los siete concursantes que hacía imposible algo distinto al instinto básico. El resultado, un batacazo de audiencia. Y lo que queda por ver.