Es lógico que un colectivo con esos privilegios se defienda como gato panza arriba cuando alguien trata de arrebatárselos, aún cuando todo el país está viendo cómo hay instituciones que tienen problemas hasta para pagar las nóminas. Pero unan a ese afán individualista y muy saludablemente egoísta, la aparición en escena de un sindicalista sin escrúpulos, sin los necesarios valores morales y la vocación sindical adecuada para saber congeniar los intereses de los trabajadores con las posibilidades de la Administración y la realidad y exigencias de la sociedad a la que todos ellos sirven. Ese pirómano metido ahora a bombero se llama Pedro Moreno, del que todo el mundo en Comisiones Obreras recuerda nítidamente aquella frase suya pronunciada hace una veintena de años en plan Scarlette O'Hara: “Soy un profesional del sindicalismo y no quiero volver a repartir cartas”. Efectivamente, la profesión original de Moreno es la de cartero, de ahí que muy inteligentemente se le eligiera para dirigir la federación de Comunicación y Transportes de CCOO, y no se lo tomen a guasa: con la carta se comunica uno y el cartero la transporta. A ver si no de dónde le viene al hombre la afición.