Al recibir esas instrucciones de Arnáiz, consejero de Megaturbinas en aquellos momentos, Cabrera corrió a visitar a José Manuel Soria, presidente del partido al que votaba y en el que confiaba ciegamente. El ingeniero esperaba que Soria se asombrara y diera órdenes de neutralizar las pretensiones de Arnáiz, pero muy al contrario, se subió por las paredes cuando el empleado del Cabildo que tenía delante le contaba que se pretendía beneficiar a una empresa en la que aparecía como secretario un amigo del colegio de Larry Álvarez, el abogado Alfredo Briganty. A partir de esos momentos comenzó un calvario para Paco Cabrera, que resultó despedido del Cabildo en una acción que ha sido declarada nula por los tribunales. Por cierto, la sentencia no tiene desperdicio y debería servir para que alguien se presente en un juzgado y la monte.