Están apañados los militantes y simpatizantes del PSOE canario si creen que la consigna una persona un cargo va a llegar hasta sus últimas consecuencias. El vicesecretario general regional, consejero de Presidencia y parlamentario, Francisco Hernández Spínola, ha dicho que con él no cuenten, que a él esas corrientes ni le acatarran ni le mueven un pelo de la cabellera. Nos telefoneó este miércoles para recordarnos que los estatutos sólo obligan a renunciar a un cargo a aquellos que resultaran elegidos por votación popular directa, y no a los que, ocupando uno de esta categoría, sean designados acto seguido miembros de un Gobierno, por poner un ejemplo. Así, Spínola citó varios casos de parlamentarios y altos cargos, como los sucesivos presidentes de Andalucía, y hasta el caso de Zapatero, que no renunció a su acta de diputado para ser designado por el Congreso presidente del Gobierno. Porque, recordó, no se exige la condición de diputado nacional para ser presidente de España, exigencia que sí recoge el Estatuto de Autonomía incluso para el vicepresidente o vicepresidenta. No le vale a Spínola el ejemplo de Paquita Luengo, que renunció a su acta de diputada cuando fue nombrada viceconsejera al principio de esta legislatura, “porque eso fue una decisión del partido en Gran Canaria que lo llevó a término”. Ni le vale la decisión del comité insular de Tenerife y de un sector de la militancia revoltosa de exigírselo a él, porque cree que “son los mismos que llevan 27 años queriéndome tumbar”. Conclusión: Paco Spínola seguirá ocupando los dos cargos mientras el cuerpo aguante. Aunque cobrando sólo el sueldo de consejero y las dietas por asistencia a los plenos del Parlamento.