La excusa dada el sábado 22 por el presidente de Canarias para no ofrecer una explicación pública de su conversación familiar con el alcalde de Arona era que en aquella conferencia de prensa no tenía previsto hablar de “asuntos domésticos de Canarias”. Ante nuestras críticas, desde Presidencia nos afearon tres cosas: primera, que pretendiéramos que Rivero entrara al trapo tras una pregunta en la que, ciertamente, se le preguntó su opinión sobre las penosas declaraciones de Soria; segundo, que no tuviéramos la paciencia de esperar “tres días”, lapso que en realidad era de cinco, el que dista entre un sábado y un jueves cualquiera del calendario cristiano; y tercero, que nos dedicáramos a este asunto ante la escasez de noticias en un agosto tan bandolero. Pues bien, pasados los “tres días”, contemplamos atónitos cómo el presidente incumple su palabra y remite a la ciudadanía al 23 de septiembre, que es la fecha en la que está previsto el primer pleno del Parlamento. Es decir, un mes y veinte días después de que se publicara aquí la noticia. No está mal para un asuntillo doméstico.