Total que el centro comercial de Santa Brígida no podrá terminarse por unas insignificantes razones: porque en su estado actual de ejecución no se adapta al proyecto con el que FCC alcanzó la adjudicación del correspondiente concurso, y porque no se adapta a las normas subsidiarias del municipio. Pero hay más. La construcción se ha excedido en superficie y ha ocupado ilegalmente un vial público, impidiendo que una calle del casco de Santa Brígida pueda seguir su curso normal hasta desembocar en la carretera de La Angostura. Para legalizar esas situaciones, FCC ha promovido un par de modificaciones puntuales del planeamiento, pero además de encontrarse de frente con los técnicos municipales, ha visto cómo el Gobierno le ha rechazado la segunda de las modificaciones puntuales y, por silencio administrativo, el reformado del proyecto por el que se cambiaban los cines por un Mercadona. Total que si el Niño Bravo quiere tener centro comercial en diciembre, FCC deberá tirar la parte de las obras que invaden el vial público y cambiar el hipermercado por una sala de multicines. Es decir, ocho años después de iniciadas las obras, volvemos al principio, pero ahora con unos derechos de la constructora que podrían costar al Ayuntamiento un ojo de la cara y la yema del otro. Pero eso sí, el alcalde puede dimitir con la conciencia tranquila. El tampoco lo ha conseguido.