Las declaraciones de Soria de este martes van a traer mucha cola, no lo pongan en duda. Insinuar que jueces y fiscales prevarican por orden del ministro de Justicia, al que vino a acusar de lo mismo, no es para pasar página y pedir a la parienta que te alcance la mantequilla. Volvió a pasarse tres pueblos, y como seguramente es consigna nacional, Rajoy salió a respaldarle por lo que pudiera suceder. Pero en esta ocasión notamos a José Manuel Soria especialmente afectado, con serias dificultades para mantener el mentón y el hombro izquierdo en su sitio, inquieto, crispado, tenor... El tono de sus amenazas y la gravedad de sus invocaciones nos inducen a sospechar que teme algo, que sospecha que alguna cosa de especial relevancia va a caer sobre él y no sobre un correligionario. ¿Acaso conoce Soria alguna investigación judicial que le afecte personalmente y ya pone la venda antes que la herida? ¿O acaso teme las consecuencias de las dos querellas de la semana? Desde luego, podemos asegurarles que motivos para la preocupación no han de faltarle al líder popular. Ganados a pulso, claro.