Del menos mal que nos queda Santa Cruz a los suspiros de alivio y descorches de botellas de los populares del Niño Bravo y los ecopijos -cuánta connivencia impagable- en Santa Brígida, sólo faltaría ahora que José Manuel Soria surja com el adalid de la reputación política. Pidiendo, se imaginan, colaboración a los medios de comunicación para lavar la imagen de nuestros próceres patrios. Pues lo ha hecho este mismo viernes en su flamente Escuela de Invierno. Pide el zeñorito a la prensa que le ayude a demostrar que “no todos los políticos somos iguales, y no todas las políticas son iguales, que no todos hacen lo mismo cuando gobiernan”, como irse de pesca del salmón. Una concejal cojonera menos, otra vueltita más de tuerca para cerrar filas en torno al Régimen. La tenaza nacionalpopular se cierra asi, de Tenerife a Gran Canaria, porque llegan tiempos preelectorales que vuelan y todo debe quedar atado y bien atado. Sin fisuras en las prietas huestes. Es como si Canarias, en una especie de primavera de Praga iniciada en 2007, se apreste a vivir el más crudo y largo de los inviernos. Terminarán por reescribir la historia: hubo un tiempo en el que el Imperio del Mal se instaló en nuestra tierra, hasta que barrimos del mapa a los del no a todo...