El mal que padece el sector comienza por haber callado tanto tiempo cuando ya estaba arriba la crisis, por prudencia o por falta de ganas para el enfrentamiento. Por ello, estuvieron sin rechistar cuando ya era obvio que la Administración no movía un dedo. La diagnosis que hacen no es correcta: culpan de los precios a hoteles que se construyeron bajo la promesa de calidad y cobran tarifas de vulgaridad, montando una competencia desleal. Y aquí ignoran el mundo que viven donde los precios son libres y el mercado competitivo. Otra cosa es que se quejen de ayudas millonarias, se refieren a varias pero sobre todo a una, Lopesan, que cobró millonarios incentivos para ahora matar al sector con los precios que oferta. Aquí tampoco es que se pongan muy rigurosos, todo hay que decirlo.