No se inquieten, que no se trata de que haya llegado al Cabildo de Gran Canaria esa corriente tendente a reducir drásticamente los altos cargos de las administraciones públicas a través de la fusión, reconversión o desaparición de organismos, centros directivos o empresas. El despacho que hoy les presentamos se encuentra en la quinta planta del Edificio Insular I, sede de gran parte de los servicios administrativos del Cabildo de Gran Canaria. No se trata de un cubículo que acabe de amueblarse y esté a la espera de que su morador tome posesión de él. Lleva en esa situación, tal y como lo ven, los últimos dieciséis meses, con la mesa limpia como una patena, sin un mísero papel, un teléfono o un ordenador, con una rebequita colgada de la silla, de manera que parezca que allí alguien trabaja y que en el momento preciso que lo descubrimos, había salido a tomar café. Lo mismo puede decirse del armario, en cuyas baldas sólo aparece un rollo de papel, tal vez un plano que alguien dejó olvidado allí. Pertenece tal despacho al director general de Planeamiento de Zonas Turísticas de Gran Canaria, una de las más sangrantes asignaturas pendientes de la isla. ¿O fue este un nombramiento de postín para canalizar otros apaños?