No hay repliegue, ni el más esencial gesto de negociación o de buena voluntad para que los grancanarios recuperen para el uso público y como icono turístico el oasis de Maspalomas, arrebatado de manera obscena durante décadas de corrupción y quebranto. La cadena hotelera RIU ha decidido profundizar en su pertinaz campaña de descrédito de las instituciones públicas canarias y en su desprecio por la legalidad vigente aventando el fantasma de Tenerife, la apertura de un hotel que la propia cadena certificó como ruinoso y avisando al mundo entero de que a Gran Canaria no se puede venir a invertir porque te la dan con queso. Como si hasta la fecha esa compañía no hubiera encontrado todo tipo de facilidades (o lo siguiente) para construir sus hoteles incluso en parajes protegidos; o mantener en otras islas sus establecimientos en el mismo lugar donde rompen las olas cuando sube la marea. Como había sido poca la altanería demostrada ante una legislación tan respetable como la que, por otra ventanilla, le había otorgado licencias de demolición y de mamotreto, este miércoles nos tuvimos que desayunar una entrevista en La Provincia a Arjan Kers, director de Contratación del touroperador TUI, que se despachó muy a gusto contra su presunto cliente Lopesan y contra el Cabildo de Gran Canaria. La entrevista apareció el mismo día en que supimos que se había ejecutado ese extraño salto mortal con tirabuzón consistente en abrir un hotel confeso de ruina y de peligro para huéspedes y trabajadores sin que una sola de las instituciones públicas, entre las que se encuentran las que tanto irritan a sus propietarios, haya dado señales de vida para asegurar a los grancanarios que no hay peligro para la imagen de Gran Canaria si el establecimiento se viene abajo y mata a un cristiano. La entrevista a Kers da para mucho, por lo que les rogamos que hagan hueco.