Hizo bien Manuel Lobo, rector de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, en pedir a los suyos serenidad durante la última reunión, el pasado día 9, de su Consejo de Gobierno. Los ánimos andan más que caldeados en esa institución porque algunos, y no necesariamente el rector, se han tomado el asunto como si del lejano oeste se tratara. Cuentan testigos presenciales que un afamado doctor de Historia del Derecho demostró en esa sesión que lo suyo, efectivamente, es la historia, y no las leyes. Los ataques que profirió contra la juez que anuló las elecciones universitarias y obliga a una segunda vuelta no son dignos ni de un dirigente universitario ni de un demócrata. El debate fue duro, pero el comunicado oficial de la Universidad lo suaviza porque lo que toca ahora es ganar tiempo.