Hemos intentado tratar con todo el preciosismo del mundo y con el máximo respeto y cariño a Eva Navarro, ex portavoz del PP en el Puerto de la Cruz. Somos conscientes del trago que está atravesando, que no es fácil tener que marcharse para posibilitar un pacto entre su partido del alma, el PP, y los salteadores de caminos de ATI, con ese cacho de carne con ojos que responde al nombre de Marcos Brito. En decenas de ocasiones nos hemos puesto en el frágil pellejo de una concejal que tenía que lidiar entre lo que le reclamaban sus electores y lo que decía su partido, que le gritaba al oído que a los del PSOE, ni agua, mientras su conciencia le decía que echara a ATI por muchos años del Ayuntamiento. Comprendemos con mucha facilidad sus temores a quedarse en el paro, sin más reinserción laboral que la que le pudiera proporcionar su pasado en TVE, desconfiando como desconfía la ex concejal de las promesas de su partido de recolocarla por ahí. Pero lo que no podemos admitir es que sabiendo doña Eva lo que sabemos, los papeles que atesoramos, las actas que se custodian en La Ranilla, nos venga a llamar mentirosos o profesionales que no contrastamos. Ahí van algunos contrastes para hacer boca.