El viejo Lyng tuvo que tragar mucho del nuevo poder político insular, pero su filosofía le obligaba a transigir para salvar sus millonarias inversiones, que se vieron necesariamente reforzadas al vender el 50% de su empresa al empresario canario Santiago Santana Cazorla. Con todos esos ingrediendes y sin el estorbo del ingeniero fisgón, Lyng pidió en mayo de 2005 al Cabildo de Soria la declaración de interés general para su urbanización, de modo que pudiera saltarse la moratoria y construir unas 3.600 camas. En agosto de ese año, el empresario y Soria, acompañados de sus respectivas esposas, realizaron aquel famoso viaje a Salzburgo y a la pesca del salmón noruego. A su regreso, ya en septiembre de 2005, Soria reconoció el viaje en un pleno de la Corporación para, pocos días después, ya en octubre, concederle el interés general, que se tramita ahora en el Gobierno de Canarias antes de pasar al Parlamento. Ya tenemos el viaje del salmón y vamos despejando la equis.