Conociendo a José Manuel Soria y a Larry Álvarez como los conoce, y consciente de su debilidad política, José Miguel Álamo ya debe haber puesto a estas alturas a remojo sus barbas. Hasta que llegue el momento del fatal desenlace, el hombre se ha estado moviendo como ha podido: ha visitado despachos en la Consejería de Industria para tratar de ablandar la postura del Gobierno de Canarias ante la evidencia de que la Ciudad Deportiva es un auténtico desastre se mire por donde se mire. Este martes, Álamo, alertado por este periódico -al que tiene prohibido hacer declaraciones- fue corriendo a visitar a la familia del trabajador fallecido, que estudia concienzudamente a través de un abogado la posibilidad de interponer acciones penales contra el Cabildo y la empresa o empresas responsables.