Don Pepito presumió este viernes a cinco columnas de los 230.000 lectores que le atribuye el Estudio General de Medios, un disparate solamente equiparable a lo que se puede leer cada día en ese periódico. Porque 230.000 lectores diarios equivale a alrededor de 15 lectores por cada ejemplar, lo que supondría triplicar ampliamente la media española (cuatro lectores por ejemplar). Pero si eso entretiene a don Pepito hay que dejarlo porque, a su vez, también está entreteniendo enormememente a los abogados que preparan demandas y querellas contra el insigne y desbocado editor, que ya se sabe que la exigencia de indemnizaciones y responsabilidades civiles por daños morales han de ser equivalentes a la cantidad de personas que puedan acceder a las infamias que se lanzan. Es decir, que lejos de ser rentable para don Pepito presumir de lectores, el dato podría ser su perdición si las ofensas se terminan midiendo por el tamaño de la amplificación. El Día cae en picado, sin embargo, en un aspecto tan decisivo en este gremio como la credibilidad. Da igual perder dinero mientras los lectores crean lo que ven publicado, pero si además de perder dinero se pierde el oremus, mal van las cosas. Vocento, una de las multinacionales interesadas en adquirir El Día ya se debe haber echado a correr.