La crisis climática podría disparar las temperaturas máximas en Canarias cuatro grados por encima de lo habitual

Día de calor en Maspalomas, junto al parque Tony Gallardo. (ALEJANDRO RAMOS)

Toni Ferrera

Las Palmas de Gran Canaria —

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En el futuro, Canarias podría pasar de ser una región calurosa a convertirse en un archipiélago sofocante, especialmente en los días en los que el termómetro se dispare. Según un estudio recién publicado por investigadores canarios, la crisis climática podría aumentar hasta en cuatro grados las temperaturas máximas que se registran en el Archipiélago cada mes, y las mínimas, también en ese escenario, podrían llegar a subir 4,4 grados.

Ambas predicciones se han realizado en el supuesto caso de que la emisión de gases contaminantes no toque techo y se acerque al contexto más catastrófico (RCP8.5) que han predicho los científicos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas (ONU). En un marco menos alarmante (RCP4.5), en el que logremos cierta neutralidad climática, las temperaturas máximas subirían como mucho dos grados y las mínimas 2,7. El periodo de referencia ha sido el comprendido entre 1980 y 2009.

La investigación ha sido elaborada por el Grupo de Observación de la Tierra y la Atmósfera (GOTA) de la Universidad de La Laguna (ULL). El estudio, titulado Proyecciones climáticas a una escala que permite la convección de los índices de temperaturas extremas para un archipiélago con una estructura microclimática compleja, se ha publicado en la revista Weather and Climate Extremes. Recientemente, este mismo grupo también ha estudiado cómo aumentará la temporada de riesgo por incendios en Canarias.

“El estudio nace para dar respuesta a cómo van a ser las condiciones climáticas a lo largo del siglo XXI en Canarias. Y todo ello, entendiendo que estas circunstancias van a ser diferentes según la región en la que estemos”, explica Juan Pedro Díaz, catedrático de Física Aplicada de la ULL y uno de los autores del artículo.

Lo que los científicos del GOTA han hecho (a diferencia de otros) es analizar el futuro climático de las Islas con un nivel de precisión casi máximo. Normalmente, los modelos de proyección que se utilizan en el continente suelen emplear una resolución espacial de 100 kilómetros o un poco menos, indica Díaz. Pero esta vez, debido a la realidad microclimática del Archipiélago, esa zonificación se ha reducido a tres kilómetros. Así, se puede distinguir mejor la alteración de las temperaturas y otros indicadores tanto en la costa como en las localizaciones más montañosas.

“Esto es de un gran interés para, por ejemplo, las administraciones públicas. Para que estas puedan definir planes de evaluación de contingencias y tratar de minimizar los impactos”, agrega el físico. La semana pasada, el Gobierno regional presentó los resultados del proyecto PIMA Adapta Costas, en los que detalla que la crisis climática amenaza a 47 puntos de la geografía canaria, con hasta 40.000 posibles afectados.

En resumen, aparte de las variaciones en las temperaturas máximas ya mencionadas, la investigación del grupo GOTA determina que casi todos los indicadores climáticos analizados aumentarán su frecuencia entre los años 2070 y 2099. Entre ellos, las olas de calor, de las que ya se sabe que están incrementando, y las noches tropicales, cuando las temperaturas mínimas superan los 20 grados. Las islas más perjudicadas serían las de más relieve.

Pero hay más. Además del aumento global previsto en la temperatura media, “existen posibles cambios locales en Canarias”, advierte el estudio, que podrían agravar esta tesitura, como puede ser un cambio en las condiciones termodinámicas en la capa límite marina del Océano Atlántico, lo que podría provocar un giro de 180 grados en el régimen de nubosidad, así como una notable disminución de la velocidad del viento durante el verano. La humedad del suelo también se vería altamente reducida.

“Las consecuencias de los impactos adversos de las temperaturas extremas deben ser analizadas para la conservación de los ricos y sensibles ecosistemas insulares”, concluye el artículo. “Los impactos económicos y sociales de las temperaturas extremas podrían ser un problema de primer orden en una región insular con alta dependencia de la bondad de su clima”. 

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