Grabado un operario municipal en Canarias mezclando residuos de contenedores separados de reciclaje

El operario, retirando las bolsas con residuos separados, antes de tirarlas juntas a otro contenedor.

Álvaro Morales

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Durante muchos años, se dijo y denunció que la Planta Insular de Residuos Sólidos de Tenerife (PIRS), en el municipio sureño de Arico, tenía problemas para abordar las basuras que venían previamente separadas y que ese trabajo de sostenibilidad, reciclaje y concienciación responsable con la ciudadanía, en muchos casos, se tiraba a la peor basura. Corrían los tiempos de Wladimiro Rodríguez como inquieto y aleccionador consejero de Medio Ambiente del Cabildo, quien, pese a los desmentidos, fue incapaz de, al menos, desmontar del todo la sensación, cuando no convicción, de que algo no se estaba haciendo bien del todo con este proceso imprescindible en pro de una gestión más ecológica, pragmática y civilizada de nuestros desperdicios, muchos de ellos reaprovechables en lo que luego se asentó como economía circular. Aunque esas denuncias sobre el PIRS ya no se producen, lo que sí se da en Canarias, desgraciadamente con demasiada frecuencia, son ejemplos de pésima praxis, de absoluta desidia, irresponsabilidad y casi acciones delictivas o, al menos, punibles por parte no sólo de ciudadanos de a pie, sino, lo que es mucho más grave, de los que tienen que dar ejemplo y propiciar la sostenibilidad.

Es lo que ha logrado probar recientemente una ciudadana de Valle Gran Rey. Como muestran las imágenes en poder de Canarias Ahora, esta vecina del municipio sureño de La Gomera, porque ya lo había presenciado con antelación, grabó hace días a un operario del ayuntamiento de esta localidad, la más turística de la Isla Colombina y que estos días presenta un sol y mar dignos del mejor fin de semana veraniego, recogiendo los residuos separados por los vecinos y visitantes en tres depósitos en la avenida que se sitúa por encima de la célebre playa de La Calera y que lleva a la izquierda hacia el núcleo principal y el puerto y, a la derecha, hacia una buena selección de restaurantes, apartamentos y la paradisiaca Playa del Inglés.

Ni corto ni perezoso, sin ningún miedo a ser fotografiado o grabado, el trabajador municipal sacó los residuos de plásticos, orgánicos, de vidrio y de papel o cartón de los distintos depósitos para mezclarlos luego en una única y gran bolsa negra que, como si lo hiciera tan tranquila y regularmente, metió en un típico contenedor verde móvil situado en la otra acera, atravesando esta vía clave de Valle Gran Rey.

Por supuesto, la vecina y su entorno se muestran absolutamente indignados con lo ocurrido y esperan que se tomen medidas para que no se repita más, aunque las imágenes no solo deben hacer reflexionar a los ciudadanos de a pie sobre si realmente actúan de forma cívica, ética y responsable con esta labor de separación y reciclaje, sino si las administraciones están haciendo lo suficiente con su propio personal, indicaciones y controles para que no ocurra algo así a pleno sol, en un lugar turístico y como si fuera lo más normal del mundo. Es más, como si se hace con nocturnidad y alevosía, simplemente no puede ocurrir, y menos de un operario de una corporación pública. 

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