La ULPGC enfría la euforia sobre la recuperación de las Dunas de Maspalomas: es solo “estética”

Dunas de Maspalomas

Canarias Ahora

Las Palmas de Gran Canaria —

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Cinco investigadores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) han enfriado la euforia generada en torno al aspecto que ofrecía la Reserva Natural de Maspalomas al final del confinamiento por la COVID-19: la recuperación que presentan las dunas, subrayan, solo es “estética”.

Al cabo de varias semanas de confinamiento en las que nadie pisó un paraje por el que, en otra época, pasan miles de personas a diario, las dunas de Maspalomas presentaban un aspecto como el que pocos recordaban: con su superficie completamente rizada.

Los expertos del Cabildo de Gran Canaria que trabajan en la recuperación de ese espacio natural le pusieron incluso fecha: las dunas habían recuperado su “aspecto de hace 50 años”; es decir, del momento previo al gran desarrollo turístico de esa zona de la isla.

Según Antonio I. Hernández Cordero, Abel San Romualdo Collado, Carolina Peña Alonso, Leví García Romero y Luis F. Hernández Calvento, de las áreas de Geografía y Oceanografía y autores del artículo publicado originalmente en The Conversation, “las noticias han podido transmitir a la sociedad el confuso y peligroso mensaje de que unos pocos meses de cese del turismo son suficientes para recuperar las dunas o que los impactos antrópicos a los que están expuestas desde hace décadas no suponen un riesgo para su supervivencia”.

Estos cinco científicos de la ULPGC recuerdan que, desde finales de los años sesenta hasta la actualidad, la construcción de hoteles, apartamentos e infraestructuras de todo tipo en Playa del Inglés y Maspalomas ha privado al campo de dunas de unas 114,5 hectáreas de superficie, la cuarta parte de su extensión original.

“La urbanización turística Playa del Inglés alteró la dinámica del viento y el transporte de arena a nivel local hacia el interior del sistema. Esto redujo la superficie ocupada por dunas móviles (-47,8 %) e incrementó la ocupada por dunas estabilizadas (+305,8 %)”, añaden.

En tercer lugar, apuntan que la línea de costa de la playa de Maspalomas ha retrocedido 70 metros, lo que ha supuesto “la pérdida de 7,7 hectáreas de superficie de playa y dunas”.

En paralelo, se han incremento las superficies de deflación, lo que “se debe a que sale al mar más arena de la que entra en el sistema”. “Entre los años 1961 y 2003, estas áreas de erosión duplicaron su extensión”, explican.

Y, en quinto lugar, apuntan que se han reducido las poblaciones de balancón (Traganum moquinii). Entre 1961 y 2003, detallan, las poblaciones de esta planta disminuyeron más de la mitad (56,2 %) en la Playa del Inglés y han desaparecido completamente de los alrededores de la playa de Maspalomas.

Con esos cinco elementos, este grupo de investigadores rechaza la afirmación de que las dunas han recuperado su aspecto de hace medio siglo.

“El sistema de dunas no ha recuperado la superficie que tenía en los años sesenta del pasado siglo”, “la superficie ocupada por las dunas móviles no ha vuelto a ser la misma que la existente antes del desarrollo turístico” y “la línea de costa en la playa de Maspalomas no ha recuperado la posición que presentaba en el año 1961”, aseguran, aunque eso sí, cabe destacar que los artículos publicados en medios no afirmaban que se hubiese recuperado la extensión de terreno de los años 60, solo su aspecto “virgen” al estar poco transitado.

Los investigadores agregan que “las superficies de deflación siguen mostrando una extensión muy significativa” y “actualmente el número de balancones es muy inferior al de 1961”.

“En las repoblaciones realizadas en el marco del proyecto Masdunas (liderado por el Cabildo) se han plantado al menos 522 ejemplares de esta especie, 384 para el reforzamiento de sus poblaciones y 138 para la generación de nuevas dunas, pero aún es pronto para saber qué porcentaje ha sobrevivido”, precisan.

Todo ello les lleva a concluir que “los cambios experimentados por las dunas de Maspalomas durante el confinamiento son fundamentalmente estéticos”, porque “revertir el progresivo deterioro que se ha producido en las últimas décadas solo será posible mediante la supresión o minimización de los impactos ambientales asociados al uso turístico”. 

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