Arte nuevo y viejos tópicos en torno al volcán de La Palma, Canarias y su cultura en el Círculo de Bellas Artes de Madrid

La exposición “And yet the air was still stirring” (traducido como "Y aún así, el aire seguía agitándose") en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

Federico Utrera

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La Fundación italiana de la mecenas Patrizia Sandretto Re Rebaudengo patrocina la exposición “And yet the air was still stirring” (traducido como “Y aún así, el aire seguía agitándose”), muestra de arte conceptual abierta hasta el 16 de enero de 2022 en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Se presenta como una exposición volcánica y estética sobre Canarias que incluye a varios de sus artistas, pero leyendo su catálogo e investigando en sus fuentes se ve algo más de lo que enseña una exhibición aparentemente plomiza pero que plantea una reflexión política desde el arte: “Se explora la erupción volcánica como un proceso de curación de las economías coloniales y extractivistas de raza, género y naturaleza”, dice el texto. 

Para ello, reúne las “voces sutiles” de siete artistas radicados en España que “reimaginan las gramáticas de la geología –como ciencia y estudio colonial de la tierra– y disuelven las clasificaciones estructurales y taxonómicas de cuerpos oprimidos”. Una visita a la exhibición revela el protagonismo canario en ese discurso artístico y político que tiene poco de “sutilidad”. De hecho, el título de la exposición es de la profesora de Filosofía en La Laguna y poeta Sandra Santana, autora del poemario titulado “¡Y Pum! un tiro al pajarito”. Y es que si ya los pueblos de la Antigüedad interpretaban las catástrofes naturales como castigos de Zeus, estas ráfagas contemporáneas disparan contra el Capitalismo, el Estado nación y la Globalización como los tres grandes males del mundo moderno. Y se convocan exorcismos, cenizas de volcanes y hasta vampiros para conjurarlos.

Espoleados desde la Fundación por Alejandro Alonso Díaz, coordinador de los tres comisarios de la muestra, el volcán de La Palma -y todos los volcanes del mundo- serían una forzada metáfora de nuestro tiempo: “Los acontecimientos que han afectado a la isla de la Palma durante los últimos meses resuenan dramáticamente con el proyecto y su urgente intención de reinvención”, escribe. Y mantiene la que pudiera pensarse como disparatada tesis de que el volcán responde, no a movimientos geológicos sino a una venganza telúrica contra un viejo mapa que “amplifica aún más la amnesia colonial” ya que “irónicamente el mapa más antiguo de las islas procede del atlas catalán de 1367, que captura todos los cuerpos terrestres de la constelación de Canarias excepto la isla de la Palma. Y ahora, partiendo de esta antigua ausencia, La Palma grita con rabia ancestral, que la tierra nunca olvida”.

La exposición también juega con ventaja a pitonisa, aunque en lugar de ascender al Monte Delfos se baje a los sótanos del Círculo de Bellas Artes: “Dentro de una escala geológica del tiempo, las Islas Canarias se enfrentarán a una reforma gradual, que incluye la desaparición de algunas islas y el surgimiento de otras durante millones de años”. Y da noticias que nadie había oído antes: “Las Naciones Unidas ya han iniciado discusiones sobre el despojo de tierras, la expansión de las fronteras marítimas españolas y la fertilización del suelo, con el objetivo de predeterminar, mercantilizar y esclavizar el futuro de las islas”, dice el catálogo. ¿A que les suena? Parecen un eco de los discursos de Antonio Cubillo en los años 60 del siglo pasado. Y algo de eso hay porque la exposición no oculta que pretende “desplegar los debates geopolíticos actuales” que son “complejos enredos sociopolíticos de los tejidos de España para identificar sincronicidades y vibraciones cósmicas entre reinos naturales y culturales”.

Hay más: “Sentimos una intimidad cultural hacia las Islas Canarias y su historia, inspirándonos en la magia de sus formas de vida nativas, las metodologías de la invisibilización sistémica de su identidad colectiva, y todo aquello que excede los límites del imaginario colonial”; las obras de la exposición son un “antídoto ante las medidas empíricas de control de crímenes que nunca fueron y que nunca se juzgarán” y a través de esta narrativa expositiva que comienza en las Islas Canarias, “vemos un modelo para las economías libidinales, fascistas de exclusión, extracción y ocupación impuestas sobre cuerpos de carne, sobre la piel de la tierra y sobre los zarcillos nacidos del subsuelo del mundo”, concluyen los tres comisarios.

A esta antología de explicaciones le siguen los artistas: Adrián Alemán “nacido en Tenerife, vive y trabaja en Tenerife”, recalca su biografía. Y presenta una instalación con 10 fotografías de pequeñas obras paisajísticas de Nicolás Alfaro Brieva (1826-1905), considerado uno de los primeros paisajistas de Canarias, que se custodian en el Museo de Bellas Artes de Tenerife. Como los paisajes de este pintor canario eran solo de los Países Bajos y Cataluña, los comisarios de la muestra dicen que enmarcan “un subtexto profundamente colonial suplantando el paisaje local por el amanecer fundacional de su propia tradición”. Y sobre el pobre pintor decimonónico recae una buena parte del peso de las conjuras: “son colonias que fueron, y algunas todavía son, administradas por España”; “Canarias aún parece atrapada por esos mecanismos neocoloniales europeos”; “La explotación masiva de la tierra y sus gentes ha permitido que una imagen fetichizada y exotizada emerja del paisaje actual de las islas” y el volcán “vino a satisfacer otra necesidad del extranjero, del invitado que desea consumir y absorber la circulación de imágenes románticas y espectaculares producidas por los medios de comunicación, desestimando una de las mayores destrucciones de la historia de las catástrofes naturales en España”.

Otra artista es Raisa Maudit, nacida en La Palma, que vive y trabaja en Madrid y que exhibe un “vídeoensayo” que forma parte del “Manifiesto del Vampiro”, grabado en el bosque de Cumbre Vieja, un lugar ahora desaparecido tras la erupción volcánica de La Palma. Y no es coña, pues el vídeo parece una transfiguración de las cuevas de Zugarramurdi pero algo más “cool”: “Vampirismo como una resistencia sistémica que redefine la figura del vampiro: ”somos vampiros“, dice. Y narra esos momentos de la historia ”que se reescriben acabando con el relato de los invasores de cuerpos y tierras bajo el código de las “Revenge Fantasies” (fantasías de venganza) y grietas volcánicas, o de “fanta terror maricón” de Pierrot en Barcelona. Disfrutemos la venganza. Destruyamos un mundo corrupto“, resume.

Otro artista es Dennis Dizon, “nacido en Filipinas” aunque “vive y trabaja en Barcelona”, quien realiza un “retorno simbólico al conocimiento chamánico e indígena pre colonial de Filipinas” tomando como base de su obra la erupción volcánica en el monte Pinatubo, en las montañas Zambales, en 1991. Por eso recolecta algunas cenizas en frascos de vidrio con olivino, un mineral volcánico esparcido por las playas, porque “atrapa el dióxido de carbono a gran escala aunque también nos recuerda los artefactos coloniales que representan los fenómenos naturales recolectados en lugares lejanos y ocupados”. Su segunda obra “Sin título” reflexiona sobre “la singular y espectacular representación de la erupción volcánica en La Palma y los relatos de los medios de comunicación” e incluso en como “la historia y el indigenismo canario siguen eludiendo el imaginario nacional español”. Su amplia reflexión sobre la “Comunicación”, la Conciencia y el uso del LSD sería motivo de otro ensayo algo más complejo que se incluye en una muestra sobre Arte y Política. En resumen: el Círculo de Bellas Artes de Madrid, con Canarias como ejemplo, el volcán como excusa y todo lo que se opone a lo “blanco, heteronormativo, colonial y patriarcal” como síntesis, presenta los nuevos tiempos y las flamantes expresiones artísticas del nuevo siglo. Eso sí, con ellas erupcionan y salen también a la superficie los viejos tópicos, “clichés” y paralelismos de siempre.

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