Una 'Celebración' “entre el realismo y la farsa”
MADRID, 25 (EUROPA PRESS)
'Celebración' de Harold Pinter llega al Teatro Valle-Inclán del Centro Dramático Nacional (CDN) en un montaje “entre el realismo y la farsa” dirigido por Carlos Fernández de Castro.
De esta forma ha calificado este espectáculo Gerardo Vera, director del Centro público, para quien Fernández de Castro ha realizado “una propuesta radical, arriesgada y personal” que se representará hasta el 2 de enero de 2011 en la Sala Francisco Nieva. La “ironía” y una “mirada corrosiva y ácida” se citan en esta función de Pinter mucho más que en otras, según Vera.
Por su parte, el director del montaje confiesa “la cercanía” que presenta este texto “actual y crítico” en el que su autor, que lo escribió en 1999, denuncia “cómo caminamos hacia una sociedad vacía, superficial, de éxito directo y poco pegada al mundo de los sentimientos, la calma y el conseguir las cosas despacito”.
Así lo resume Fernández de Castro que ha contado con un extenso elenco, “de personas primero y grandes actores después”, como Gabriel Garbisu, Lola Baldrich, María Casal, Sergio Otegui, Miguel Rellán, Jesús Cisneros, Rodrigo Mendiola, Javier Román, María José del Valle y la joven debutante Usun Yoon.
EL PÚBLICO EN EL ESCENARIO
Una de las peculiaridades de esta función, cuya acción se desarrolla en un restaurante, es la presencia del público en mesas en las que se encuentran, codo con codo, con los propios artistas. Toda la sala se ha convertido en un elegante salón y esta cercanía es lo que le ha interesado al director de escena. “El público está espiando a esos personajes”, como suele suceder en la vida real.
Junto a este elenco, el director de escena se ha “inventado” tres personajes más: un segundo camarero, y dos músicos: el cantante Joselo Esbrí y la pianista Cristina Presmanes.
Para Fernández de Castro, lo que distingue el teatro de Pinter es que se trata de un autor “absolutamente crítico con la sociedad en la que vive, pero además lo hace en primera persona y eso se nota especialmente en esta obra”, argumenta. “Nunca da una solución sino que plantea los problemas por igual. Sus finales son abiertos, muy cítricos y no tienen fin”, añade.
LO “NO DICHO”
Según el actor Gabriel Garbisu la dificultad de los textos de Harold Pinter para los artistas estriba en que no ofrecen “una historia argumental” lo que les obliga a realizar “elecciones continuas”. “Otros autores te dan mucha información pero Pinter casi todo está no dicho. En él la verdad y la mentira no son únicas”, explica.
En este sentido, Otegui opina que los personajes hablan “para ganar la lucha de poder y porque el silencio es mucho más peligroso”. “En mi caso he ido descubriendo a Pinter cada día y lo he vivido a través del estómago y del corazón”, apostilla Lola Baldrich.
Con la llegada de la democracia a España, las obras de Pinter, clasificadas en cierto modo como teatro político y algunas de las cuales sí se habían representado paradójicamente al final del franquismo, apenas se llevaban a escena. Desde hace unos años, especialmente tras la concesión del Premio Nobel al autor británico en 2005, su teatro vuelve a estar vivo en la escena española.