José A. Alemán: ''Entre los editores pululan auténticos piratas''

José A. Alemán (Las Palmas de Gran Canaria, 1941) presenta en sociedad su ¿última? criatura: Libro de familia. Con el empresario y librepensador José Juan González Batista de maestro de ceremonias, la cita de este lunes en el Gabinete Literario (20:00 horas) promete. No ya por desentrañar el origen, significado y destino de las historias que el escritor y periodista canario narra en su penúltima obra, “surgidas de un misterioso libro familiar, el Recetario, que las oculta y se resiste a desvelarlas y tienen su punto de partida en don Amaranto, que quiso introducir en Puerto Escondido la modernidad decimonónica y chocó con la ignorancia, la superstición y los obispos de la Iglesia, que iban de la mano”. Promete también la presentación del libro por la carga de profundidad que ha decidido introducir el columnista de referencia de CANARIAS AHORA en el panorama, a su juicio desolador, de la literatura isleña. Sobre todo detrás de la barrera menos productiva y más especulativa del proceso que va de la cabeza del autor a las manos del lector: editores, distribuidores, libreros y medios de comunicación.

La cita con Pepe Alemán se produjo un mediodía lluvioso de diciembre, en la terraza del Hotel Madrid. Justo al lado del Gabinete Literario a donde tan puntual acudía cada tarde uno de los personajes de Libro de familia, el tío Paco. La intención original de la entrevista era profundizar en los entresijos de ese fabuloso recetario heredado de generación en generación. Sin embargo, el ir y venir de artistas e intelectuales a la mesa del Madrid, los debates y discusiones candentes sobre pintura, escultura, literatura y, sobre todo, editores y exposiciones, fue apartando la idea primitiva hasta el punto de plantear Alemán, a la contra de Umbral, que mejor era abrir un debate público sobre la cosa cultural isleña. “Yo no he venido aquí a hablar de mi libro”, vino a decir el autor de Entender Canarias y La ciudad del vacío. “Quiero explicar si vale o no la pena publicar un libro”.

-Pregunta: ¿Y eso? ¿Cuál es la situación actual en las Islas?

-Respuesta: Te dedicas dos, tres años a escribir un libro. Gastas tiempo, material, compras libros, lees, tomas notas, redactas, reescribes lo redactado, y todo eso, para nada. Todo ese esfuerzo va a parar a manos de un editor con lo que, por lo general, pierdes totalmente el control de tu trabajo. Por un lado, ya tiene lo suyo que el porcentaje del escritor sobre las ventas sea normalmente el 10%. Cosa inexplicable, no porque sea el más bajo de cuantos intervienen en el proceso sino porque muy bien podrían adjudicarle el 100% y quedar como reyes, pues no es su intención pagarte un duro. No pagan y encima procuran que te sientas mal, como un personaje molesto e inoportuno si les pides que se retraten.

-P. Pero en los últimos años no ha parado...Entender Canarias, La ciudad del vacío, ahora presenta Libro de Familia.Entender CanariasLa ciudad del vacíoLibro de Familia

-R. Ante ese panorama, me dediqué a escribir cosas por puro vicio y a meterlas en un cajón, a no intentar siquiera publicarlas. Me lo tomé como un entretenimiento. A lo más imprimía alguna copia para los amigos. En un cajón estaba la novela La ciudad del vacío. Alguien me animó a hacer algo con ella y como aquí, en las islas, no hay manera, la envié al premio Fernando Lara, donde quedó entre las diez finalistas de unas doscientas y pico presentadas. Me quedé satisfecho y vuelta al cajón. Fue entonces cuando me dijeron que la editorial Anroart era buena cumplidora y en 2007 salió publicada: han pasado dos años y no sólo sigo sin saber cuántos ejemplares tiró Anroart, cuántos se han vendido y ni qué decir tiene que no he visto un euro. Encima ocurrió que cuando Anroart estaba preparando la edición, me propusieron de la Península publicarla y me pareció feo aceptar y dejar en palanca a Anroart, que es una editorial canaria y todas esas leches con que nos engañan de fijo. Siempre he dicho que el patriotismo es una estupidez.

-P. Critica la iniciativa editorial privada, ¿qué hay de la cosa pública?

-R. Los escritores canarios estamos, pues, vendidos. Por el lado de las instituciones no te comes una rosca, salvo que pertenezcas a la corte de quienes gobiernan o seas, al menos, de los que no molestan. No me preocupa porque no soy partidario de las subvenciones y demás historias que se utilizan como armas de control ideológico y político. Me preocupa más el ámbito privado donde entre los editores pululan auténticos piratas que no respetan el trabajo ajeno e impiden el desarrollo cultural con su mentalidad de mercachifles.

-P. Y con su trayectoria y experiencia, ¿le viene a doler ahora que los editores no paguen a los autores por sus obras?

-R. No se trata, por supuesto, de grandes cantidades a cobrar. De libros de narrativa puedes darte con un canto en el pecho si logras vender 200 ó 300 ejemplares. Lo que le toca percibir al autor es una cantidad simbólica que no compensa el tiempo y el esfuerzo y ni siquiera cubre el coste de los materiales empleados. Pensar en viajar para documentarte, aunque acabes haciéndolo con cualquier pretexto, es un despilfarro absurdo. De eso, de lo poco que obtendrían los autores si les pagaran, se valen los editores sin escrúpulos: piensan que no los vas a demandar por cantidades tan ridículas, que te cuesta más pleitear. Entonces, si pleiteas lo haces por defender la dignidad de tu trabajo o procuras, que es lo que trato de hacer ahora, reunir un número de doloridos para presentar querellas conjuntas. Es decir, buscar el modo de crear mecanismos que palien la absoluta indefensión en que estamos ahora mismo los autores que, no sé si saben, han de afrontar los mismos gastos domésticos que los demás...

-P. Aún así, su último ensayo, Entender Canarias, ha tenido un éxito importante en el mercado isleño.Entender Canarias

-R. Se venden mejor los libros de ensayo. Esto se ha visto en el caso de Angel Tristán Pimienta, que va muy bien con su Oficio de libertad, del que acaba de anunciarse su tercera edición. Y lo he comprobado yo mismo con Entender Canarias, es cierto. Tras el engaño de Anroart con La ciudad del vacío, decidí utilizar una empresa mía, Mukesri, que tiene entre sus objetos societarios la edición de libros. Prescindí del editor al uso y ya puesto a buscar nuevos caminos, tampoco acudí a los distribuidores habituales que dejan mucho que desear. En realidad, el Entender Canarias salió porque Alfredo Martín, propietario del Gabinete Gastronómico, se animó a distribuirlo; si no, seguiría en el cajón. Y lo hizo tan bien Alfredo que en dos meses hubo que reimprimir más ejemplares. Entre las dos ediciones sumaron 1.500 copias de las que quedan por vender menos de cien que, espero, se agotarán este mes.

-P. Hace un año le escuchaba criticar el trato de editores y distribuidores a los autores canarios, también de libreros, encasillando a todos los autores en una misma estantería, ya fuera un libro de cocina, un ensayo o una narrativa...

-R. La distribución a librerías de Entender Canarias se circunscribió a la ciudad de Las Palmas y algún punto de Gran Canaria porque, esa es otra, tampoco las librerías son buenas pagadoras y en algunos casos llegan al cinismo de culpar para no pagar a la crisis. Incurren en apropiación indebida porque tienen los libros en depósito y abonan sólo los vendidos. Dado que cobran en cash, cada libro les proporciona unos ingresos en efectivo, es decir, no tienen que tirar de fondos propios para pagar la mercancía, como sí hice yo al pagar a la imprenta, de modo que pretextar lo de la crisis es simple y llanamente poca vergüenza.

-P. No deja usted librero con cabeza....

-R. Como no es justo generalizar, diré que Nogal, Canaima y Altair son las únicas librerías que han cumplido razonablemente. Llevar el libro a otras islas obligaba a realizar luego gestiones de cobro, con los consiguientes desplazamientos y gastos superiores a lo que se pretende cobrar.

-P. Editores, distribuidores, libreros como obstáculos a la creación narrativa, ¿qué plantea para superar las trabas con que se encuentran los autores ante sus obras?

R. Le he dado vueltas a la forma de romper ese círculo y creo que habría que ir a poner de acuerdo a un cierto número de autores y ofrecer los libros por Internet. Serían más baratos y se ofrecería de cada obra orientaciones de su contenido, como hacían los libreros de antaño. Podría plantearse, incluso su edición. Ahora mismo estoy pensando en la Editorial Idea, de Paco Pomares. Me acaba de publicar una nueva edición de La quimera del islo, con el añadido de un glosario para quienes no estén familiarizados con el léxico isleño (el canario y el cubano). Es la tercera edición aunque sea la primera para Idea. Tambien acaba de sacar Libro de Familia. Idea está cumpliendo y si no consigo sacar adelante lo de Internet con otros autores, es seguro que no publicaré más porque no merece la pena. Imagino que si esto sale, el paso siguiente será el libro electrónico, ya veremos.

-P. ¿Contribuyen los medios de comunicación a estas cortapisas que denuncia o son una vía alternativa para promocionar a los autores y sus obras?

-R. La experiencia de Entender Canarias me reveló que los periódicos de papel canarios no sirven para promocionar libros. En mi caso, el ninguneo ha sido total aunque, todo hay que decirlo, en el caso de La Provincia es un problema más de desidia y de desinterés que de animadversión personal, lo que no puedo decir del otro.

-P. ¿Y a qué se debe esa desidia de la prensa?

-R. Simplemente, no le interesa la producción canaria. Cada casa está muy en su derecho de elegir lo que a su entender merece comunicar a los lectores. Lo digo porque fue CANARIASAHORA el único medio que se ocupó de ese libro con cariño y los buenos resultados obtenidos confirman que la Prensa convencional poco tiene que decir por ese lado. También hicieron lo suyo la Cadena SER y Radio ECCA, además de CANARIASAHORA RADIO, lo que me lleva a pensar que, aunque los medios de papel no desaparezcan, ya no tienen el peso y la presencia de otros tiempos. Hoy es posible estar perfectamente informado sin necesidad de pasar por el quiosco a comprar el periódico.

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