El Ladrón de Mandarinas se transforma en Tenerife
“Cocina tradicional con un toque de creatividad”. Así es como Jacobo Llarena, creador y autor del restaurante El Ladrón de Mandarinas, que durante cuatro años estuvo abierto en Las Palmas de Gran Canaria, describe su nuevo espacio gastronómico, El Escararamujo, recién inaugurado en pleno corazón de La Laguna.
El Escaramujo supone un giro en la trayectoria culinaria de Llarena, y también, una vuelta a casa. Se ha alejado de las complicaciones y de la formalidad que supone el concepto de restaurante para crear una casa de comidas, con una carta en la que no faltan unos huevos de grillo o una ropa vieja tradicional, en la que, insiste, “prima la calidad de los ingredientes”, tanto que el local dispone de huerto propio.
Eso sí, quienes aspiren a una comida “de las de la abuela” deben saber que este gastrónomo siempre añade su sello propio. “No soy un purista. Para esta casa de comidas me apoyo en los recuerdos de la infancia, en los olores familiares que salían de la cocina de mi casa, pero no solo me baso en los platos tradicionales canarios, porque no renuncio a la cocina internacional, ni de otras partes de España, ni a renovar las recetas de antaño. ¿Por qué una fabada con costillas?”, inquiere.
Tampoco la bodega se limita a los caldos canarios. Los Frontos de Abona, o vinos tradicionales de la bodega de La Isleta, se codean con riberas, riojas o del Priorato. Los precios son ajustados a monederos casi vacíos. Por ejemplo, un menú degustación de cuatro platos más postre y vino ronda los 25 euros.
El local abrió hace seis meses, en una casona reformada de casi dos siglos de antigüedad (Viana, 61) a escasos metros de la Plaza del Cristo, con barra a pie de calle y un espacioso patio trasero. En esta aventura, el cocinero está acompañado por un socio, Pedro Aníbal Amador. Y amén de los almuerzos o cenas, la barra acoge after hours en una prolongación sin descanso.
Jacobo Llarena, con 16 años de trayectoria a sus espaldas, licenciado en Historia del Arte, no es nuevo entre los gastrónomos canarios. Antes de abrir su restaurante en la capital grancanaria, fue jefe del asador Cantamaría, en la playa de Las Canteras, donde llegó después de haber sido jefe de cocina del restaurante Marutegüi, del grupo Mararía. Entre sus maestros se encuentran Alberto Chicote, Carlos Posada y Pedro Olmedo, entre otros.