Negrín intentó reconciliar Segunda República e Iglesia católica sin éxito
El último presidente de la Segunda República Española, Juan Negrín, buscó sin éxito la reconciliación con la Iglesia católica casi desde que asumió el cargo, con distintas iniciativas insólitas y casi desconocidas cuya existencia han confirmado sus archivos, recientemente llegados a su isla natal, Gran Canaria, desde París.
El ministro de Justicia Manuel de Irujo, que ya había abogado por establecer la libertad de culto sin éxito antes, bajo la Presidencia de Francisco Largo Caballero, fue el responsable de poner en marcha la primera de las apuestas por recuperar el diálogo con la Iglesia en el verano de 1937 a las órdenes de Negrín, que acababa de hacerse con el mando del Gobierno en mayo de ese año.
Así lo constata un documento de dieciocho folios del Ministerio de Defensa Nacional de entonces que habla de proyectos para promover la práctica del culto católico libremente en la zona republicana, según ha relatado este lunes la catedrática de Historia Emiliana Velázquez en la sede de la Fundación Juan Negrín que hay en Las Palmas de Gran Canaria, la ciudad natal del político socialista.
Desde ese inmueble donde trabaja, dentro de un equipo de ocho voluntarios, en catalogar y analizar los llamados “Archivos de Negrín”, un conjunto de en torno a 100.000 documentos que acumuló fuera del país como presidente en el exilio y que solo han vuelto a España unos meses atrás, esta especialista ha dicho que ese hallazgo es “una de las cosas que más la ha sorprendido” hasta el momento.
Puesto que abre “una vía diferente a la que tradicionalmente nos habíamos creído” en materia de planteamientos y aspiraciones de la República frente a la Iglesia católica, cuyos máximos representantes se posicionaron mayoritariamente, tanto dentro como fuera de España, en favor del bando alzado contra su Gobierno en el marco de la Guerra Civil, ha argumentado Emiliana Velázquez.
Quien ha subrayado que la apuesta por restablecer en el país ese culto, que se adoptó con “una valentía increíble, porque hay sectores republicanos que no querían eso”, tuvo dos protagonistas: “Irujo, que era auténticamente católico y lo hacía por creencia religiosa, y Juan Negrín, que lo hace por creencia en la democracia y la libertad y por razones estratégicas”.
Ya que el presidente pretendía “contrarrestar la fama que estaba cogiendo la República a nivel internacional”, como un régimen que promovía o permitía la barbarie en forma de quemas de templos o asesinatos de religiosos, buscando “la oportunidad de dar otra imagen hacia Europa”, ha señalado.
Puentes con los católicos
Sobre la estrategia en sí desarrollada para tender puentes con los católicos, la historiadora ha expuesto que tuvo tres hitos o factores principales, el primero de ellos una llamada “Operación Triángulo”, bautizada así porque “buscaba reanudar las relaciones a través de una conexión Barcelona-París-Vaticano”, que se puso en marcha en el verano de 1937, recién nombrado presidente Negrín.
Esa operación, que buscó un acercamiento indirecto al Vaticano porque “era muy problemático salir desde la Barcelona republicana hacia la Italia fascista”, la protagonizó un destacamento que envió Irujo a Francia para encontrarse con el arzobispo de París y hablar después con representantes españoles que estaban en Roma, pero finalmente “hubo un jaleo que hizo que quedara en nada”.
Negrín apostó meses después por normalizar el culto en Barcelona pero fracasó, “fundamentalmente porque se topó con sectores de la iglesia católica que no estaban interesados de ninguna manera en la reconciliación con la zona republicana, por la propaganda”, y tuvo otro intento postrer en diciembre de 1938, cuando, “ya tarde”, creó un “comisariado de culto” orientado sobre todo al campo de batalla.
La información sobre esos y otros hechos desconocidos de la Historia de España se acrecentará previsiblemente en unos seis meses, cuando se espera haber catalogado todos los documentos de los “Archivos de Negrín”, que están cifrados entre 90.000 y 120.000, y entre los que se incluyen cartas personales, mensajes cifrados y hasta un mapa con la evolución diaria del frente del Ebro.