Entre un océano y un desierto: así florece el arte contemporáneo de Mauritania

Serie Metissage de Saleh Lo

Alicia Justo

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Una primavera cordobesa, una gioconda del desierto, una mujer pescadora y un marabout (líder religioso de África occidental). Letras árabes que parecen dibujar un astro azul, un desierto ondulante que desemboca en un océano rico en peces y un ave migratoria que deja una estela tras de sí. Cada elemento no es sino el título y su obra artística, que en conjunto forman parte de la exposición colectiva de arte contemporáneo mauritano “Memorias en movimiento. Arte contemporáneo de Mauritania”, la primera muestra de este tipo organizada en Europa y que recala, después de haber visitado Madrid y Córdoba, en Las Palmas de Gran Canaria. Organizada conjuntamente por Casa África y Casa Árabe, la exposición cuenta con 11 artistas plásticos del país africano y ha sido comisariada por Aicha Janeiro. 

No es casual que la muestra finalice su recorrido europeo en Canarias, el territorio de la Unión Europea más próximo a Mauritania, separadas por 900 kilómetros, y donde cada año, concretamente a Las Palmas de G. C. se trasladan decenas de mauritanos para pasar sus vacaciones de verano, cambiado la estampa de la parte baja de la ciudad que se llena de melfas  y dorras  y donde el árabe hassanía se une a las voces canarias en el día a día. España y Mauritania se emparentan no solo por su proximidad geográfica, sino por un pasado histórico compartido que se inicia con los almorávides en el siglo XI. Pero a pesar de todo ello, existe un desconocimiento, sobre todo de España hacia Mauritania, que esta exposición pretende mitigar.

Como explica su comisaria, una mujer portuguesa de padre mauritano, de sonrisa permanente, y especializada en culturas árabes, son memorias en movimiento porque cada obra y cada artista reflejan en sus piezas sus propias vivencias y las tradiciones culturales del país como la poesía, la canción y la caligrafía árabe y la artesanía árabe, amazigh  y la tuareg. La diversidad de Mauritania está presente en cada uno de los creadores y en sus obras, las cuales reflejan, al mismo tiempo, que el camino del arte en el país no está libre de obstáculos. En Mauritania no hay escuela de bellas artes por lo que los artistas son autodidactas. Como Saleh Lo, quien aprendió primero por la plataforma Youtube y después con la experimentación y que en sus cuadros de la exposición bautizados como Métissage pone el foco en el mestizaje cultural de Mauritania. 

El arte contemporáneo de Mauritania viene marcado por su realidad geográfica, por el Sahel que es al mismo tiempo frontera y puente de unión entre la cultura árabe y la negroafricana, donde confluyen culturas como la peul o la soninké (procedentes de Mali) y la beidane, que sí es propia de esta región de Mauritania. Este contacto cultural lo trabaja en su obra Mamadou Anne, uno de los pioneros del arte contemporáneo en el país y denominado a sí mismo como un griot visual porque cuenta historias mediante de la pintura. A través de siete cuadros transmite el cuento de la narración oral soninké Kané Misson, en el que una joven es pretendida por tres hermanos. Completando el marco de la realidad geográfica del país, se encuentra el océano Atlántico sobre el cual Mohamed Sidi, se inspira para la realización de sus tres obras expuestas. En  ellas ilustra momentos típicos de las personas que confluyen en el puerto de Nuakchot, como el de la madre que espera con su hijo la llegada de los pescadores.

Durante la exposición se aprecian materiales poco usuales en el arte realizado en Europa, como las latas que Oumar Ball ha reciclado para confeccionar dos aves migratorias con las que pretende lanzar un mensaje de libertad y esperanza. Aicha Janeiro recalca que debido a la ausencia de centros artísticos de referencia, los artistas en un principio también deben recurrir a pinturas de niños, a pigmentos creados por ellos mismos, mezclados incluso con café y a usar técnicas procedentes de otras culturas, como hace la artista Zeinab Chiaa, quien ha recurrido a la técnica china y japonesa para realizar los trazos de la caligrafía árabe que definen su estilo artístico. 

En el arte contemporáneo de Mauritania hay obras que pueden parecer por completo abstractas a primera vista. Pero de repente la mirada se posa en un cuerpo humano o en un animal. Aicha descubre la paradoja y explica que este método guarda relación con la tendencia hacia la abstracción practicada en los países islámicos, puesto que la representación del cuerpo humano o de un ser con alma a través de la pintura se considera un sacrilegio. Como especialista en culturas árabes, Aicha puntualiza que esta afirmación es controvertida ya que también hay arte figurativo en el islam desde sus inicios. En cualquier caso, reconoce que muchos artistas por cuestiones religiosas comienzan con la abstracción y que, en el caso de los mauritanos, han terminado por combinarla con la figuración. Esta combinación es una forma de adaptarse y al mismo tiempo como expresa Aicha, un “subterfugio”, ya que el autor sigue realizando formas humanas pero disimuladas con otros objetos inanimados que juegan al despiste. En el extremo del arte figurativo está el hiperrealismo del ya nombrado Saleh Lo, quien en sus cuadros deja partes al descubierto, en blanco, para meter abstracción y romper con el hiperrealismo. Con este recurso el autor pretende señalar los desgarros internos de la persona retratada o la complejidad identitaria. 

En Memorias en movimiento, los artistas recurren a temas globales como el papel de la mujer en la sociedad actual, como pretende reflejar la artista visual Amy Sow a través de su serie fotográfica “Por la corriente de agua”, en la que denuncia la dificultad de acceso al agua y el problema que ello le supone a las mujeres. Por su parte, el artista versátil Moussa Sissako habla en su obra “Palabras de un algarrobo”, sobre las migraciones y lo hace a través de una pieza multiformato compuesta por fotografía, acuarela, vídeo e impresión en papel y audio. Para esta  obra se inspiró en siete cuentos musicales compuestos por él mismo, entre los cuales hay composiciones que abordan el tema de las migraciones, como en Melodía de un país, en la que se canta al sentimiento del desarraigo. “El desierto es como el mar, salvo que las olas no se mueven”, escribe el autor en armonía con fotografías e ilustraciones que transportan al visitante a las arenas doradas del desierto del Sáhara. 

-La exposición “Memorias en movimiento” está compuesta por obras de los artistas Mamadou Anne, Oumar Ball, Zeinab Chiaa, Daouda Corera, Malika Diagana, Béchir Malum, Saleh Lo, El Moctar Sidi Mohamed “Mokhis”, Amy Sow, Mohamed Sidi y Moussa Abdallah Sissako y estará disponible para su visita hasta el 7 de enero de 2023 en Casa África. 

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