El Sol Mexicano ilumina la noche canaria ante 23.000 seguidores
El cantante Luis Miguel, conocido como el Sol Mexicano, iluminó la noche canaria durante el concierto que ofreció ante 23.000 seguidores, quienes lo ensalzaron con el tradicional pío-pío y lo acompañaron en el recorrido que hizo por sus 25 años de carrera musical.
“Que se dice muy rápido”, exclamó el artista, que invitó a sus admiradores a recorrer “esas canciones que ustedes han hecho famosas y que forman parte de sus vidas”.
“Y de la mía”, apostilló el cantante, quien se hizo esperar veinte minutos sobre la hora prevista, aunque la fuerza con la que irrumpió sobre el escenario hizo levantar al público, que pudo contemplar un Luis Miguel enérgico, sonriente y muy bronceado, no en vano ha pasado tres días en el sur de Gran Canaria.
Siempre elegante y con sus característicos dientes relucientes sobre su tostada tez, Luis Miguel invadió el Estadio de Gran Canaria con su voz y con los acordes de los músicos que lo acompañaron al tiempo que su imagen se proyectaba en pantallas gigantes para que no se perdiera detalle de sus expresiones.
“Qué bonito público”, afirmó al dirigirse a los espectadores, a los que dedicó un aplauso porque “están cantando excelentemente bien”.
“¿Qué les parece si nos ponemos un poco románticos?”, propuso Luis Miguel para dar paso a sus baladas, “¿me acompañan a cantarlas?”.
De este modo prosiguió el espectáculo, cuya agilidad hizo que la primera hora pasara casi en un suspiro, pues apenas hubo transición entre los bloques que dedicó a los grancanarios, los primeros centrados a sus baladas más susurradas, como El día que me quieras, Bésame mucho o Tú me acostumbraste.
Dicen que la distancia es el olvido, entonó el artista en una noche en la que la luna no se quiso enfrentar al astro mexicano, quien recibió un ramo de flores de sus seguidoras y se acercó varias veces a las primeras filas para dar la mano a sus fans.
Luis Miguel brindó así su calor al público canario, que le respondió con la misma calidez al tiempo llamas de fuego acompañaron la velada desde las pantallas gigantes situadas a los lados del escenario.
Su inconfundible Por debajo de la mesa, acaricio tu rodilla se convirtió en una sola voz que se extendió por la explanada del estadio, que también fue recorrido por su famoso Mujer, si puedes tú con Dios hablar.
Tras la primera hora de espectáculo llegó la oscuridad, que rápidamente dio paso al enardecimiento del público cuando vio aparecer a casi una docena de mariachis con acordes de júbilo que acompañaron a Luis Miguel en su reaparición en el escenario, ya sin corbata, con camisa negra y varios botones desabrochados.
Las rancheras dedicadas a su tierra colmaron el estadio de alegría e hicieron que el cantante recorriera el escenario con más fuerza aún, sobre todo con el pío-pío con el que fue obsequiado el artista y los mariachis, que taconearon al ritmo que marcó el público.
Aferrado a su micrófono y siempre sonriente, siguió con su Altanera, preciosa y caprichosa para dejar que los acordes de los mariachis sonaran acompañados por su silencio y pudieran transmitir su emoción al público.
Con los sombreros alzados para agradecer la acogida, el grupo se retiró y el cantante abordó temas aún más conocidos, como “Decídete”, que con saltos animó a sus fans a corear.
“¡Viva Las Palmas!”, gritó al tiempo que una explosión hizo que multitud de confetis brillantes reventaran sobre el escenario y se sumergieran entre los brazos alzados de los asistentes.
Cuando calienta el sol o Será que no me amas llegaron cuando el público estaba totalmente conquistado por el embrujo de Luis Miguel, que lanzó multitud de besos para agradecer su entrega.