Contrato temporal hasta que el mercado nos separe

El trabajador que alcanza el tope de dos años encadenando contratos temporales se va al paro, no se queda fijo en su empresa. Esa es la conclusión del Gobierno respecto a la decisión tomada en 2006, cuando estableció la obligación de hacer indefinido al empleado que suscriba contratos temporales en la misma empresa por más de 24 meses. “Preferimos tener un trabajo temporal antes que un parado”, acaba de reconocer el ministro de Trabajo, Valeriano Gómez. La nueva medida está incluida en la reforma laboral aprobada el pasado 15 de septiembre con los votos del PSOE y la abstención del PP, algo insólito hace solo unos meses. El ministro asegura que va a restaurar el límite a la temporalidad cuando la situación del empleo mejore. Lo que no está claro es qué hará Rajoy si gana las elecciones, como indican todas las encuestas.

Los últimos cinco años en España han estado marcados por un aumento del empleo estable. Si en junio en 2006 el 54% de los contratos eran indefinidos, la cifra llega al 62% en el mismo mes de 2011, según la última Encuesta de Población Activa (EPA). En Canarias la evolución no ha sido tan marcada y queda en un 55% de trabajos fijos en la actualidad. Lo que no cambia son las cifras de desempleo. El Archipiélago sigue siendo la Comunidad Autónoma con más paro (29'72%) y está nueve puntos por encima de la media nacional.

En la calle, la reforma laboral tiene nombres como el de Joseba, de 31 años, que llegó hace cinco a Canarias desde Barakaldo (Vizcaya) buscando un clima cálido donde coger olas todo el año. Hoy trabaja en el almacén de una embotelladora en Las Palmas de Gran Canaria, en la que entró a través de una ETT firmando contratos por semanas o incluso días. Ahora está empleado directamente por la empresa, también de forma temporal.

“Puedo tener trabajo siempre, con contratos temporales. También terminar un viernes en un departamento, y empezar el lunes con otro contrato en otro departamento. No estoy mal, no cobro mal, pero prefiero una estabilidad. No puedo hacer planes futuros, porque en mi situación no puedo no decir que no a un trabajo”, explica.

Joseba, que vive con su novia, reconoce que en la actualidad es difícil quedarse como indefinido en su empresa, y valora con pros y contras la decisión del Gobierno. “Por un lado está mal, porque ¿para qué me van a hacer fijo? Pero por otra parte conozco gente que no han podido renovar porque había que hacerle contrato fijo”.

Sindicatos y patronal

Quien se opone frontalmente a la decisión del Gobierno es Antonio Pérez, secretario Insular de Comisiones Obreras en Gran Canaria. “Ahora puedes cubrir todos los puestos de trabajo nuevos con contratos temporales, y nos tememos que el decreto se vaya prorrogando más allá de 2013”, explica.

Pérez comenta que esta parte de la reforma laboral también afecta a los trabajadores indefinidos. “Es un desperdicio de capital humano. Con esta medida, los trabajadores de mayor experiencia quedan en peores condiciones”. Al poder elegir la empresa qué tipo de contrato hacer, este grupo pierde poder negociador. “Además está comprobado que cuanto peores son las condiciones de trabajo, menor es la productividad”, comenta.

La propuesta de CCOO es aumentar los ingresos de la Administración para realizar inversión pública, generando las condiciones para que haya actividad económica.

En esto último coincide José Cristóbal García, secretario general de la Confederación Canaria de Empresarios. Solo que en su opinión, las inyecciones de dinero público en la economía “se han hecho mal, y ahora con el déficit hay poco margen de maniobra”.

García considera un acierto la eliminación del límite a los contratos temporales, porque cree que afectó de forma negativa al empleo. “La mayoría de empresas no contrataban al trabajador al cumplir el límite de contratos temporales”. Asegura que esta nueva medida puede ayudar al empleo, pues el trabajador ahora sí podrá renovar. “Con la crisis se ha puesto de manifiesto la rigidez del mercado laboral español, y ahora se debe primar el empleo, no el coste del despido”, señala.

Algunos dependen de subvenciones

Chaxiraxi es una joven de Santa Cruz de Tenerife que trabaja en Las Palmas de G.C. como intérprete de lengua de signos en una asociación de apoyo a personas sordas. Se desplazó de ciudad y de isla por una sustitución de dos meses con opción a renovar. De ser así, tampoco le aseguran que vaya a cobrar con puntualidad. “La subvención [del Gobierno de Canarias] termina ahora, y además las están reduciendo mucho”, explica. En su profesión funciona muy bien el boca a boca a la hora de buscar trabajo, a pesar de lo cual solo conoce a una compañera con contrato indefinido en el Archipiélago.

Un caso parecido es el de Heriberto, fisioterapeuta de 29 años y residente en Telde (Gran Canaria). Sus opciones laborales dependen en buena parte de las subvenciones a las entidades que gestionan los servicios sociales. Este año, al reducirse el gasto público, se quedó sin trabajo en un centro de discapacitados infantiles. Gracias a que vive con su novia, no ha tenido que volverse a casa de sus padres.

“Mi último contrato fue de 22 días, en septiembre. Cubrí una baja en un centro de Telde. Entré el 9 de septiembre y salí el 1 de octubre. Lo normal es entrar 15 días o un mes para cubrir las vacaciones de otros. Si tienes suerte y vas haciendo las vacaciones de todos, puedes estar trabajando dos, tres, cuatro meses...”, explica.

Actualmente le llaman para cualquier sustitución, aunque sea de un día. También tiene sus pacientes particulares, que se paga mejor. Conseguir un contrato está más difícil. “Aunque trabaje siempre, un mes aquí, otro allá, si quiero comprarme una casa o un coche el banco no me da el crédito. Da igual si cobras menos. Si tienes un contrato fijo, es más fácil que te lo den”.

Heriberto ha vivido en poco tiempo un cambio de perspectiva importante. Durante su anterior trabajo, los fisioterapeutas que cobraban de la Administración iban a disfrutar de una mejora importante de sus condiciones de trabajo. En este tiempo no solo no mejoró su situación, sino que perdió su empleo. “En los últimos cuatro años hemos pasado de querer estar mucho mejor a ir mucho peor”, asegura.

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