España queda fuera de la carrera por la eólica marina
El primer ministro británico, David Cameron, inauguró hace algo más de un mes frente al estuario del Támesis el parque eólico marino más grande del mundo. London Array, una hilera de 175 enormes aerogeneradores con capacidad para abastecer a medio millón de hogares, ha permitido a Reino Unido revalidar su título como primer inversor europeo en eólica offshore en una carrera en la que España no ha tomado ni la salida. El país todavía no tiene una normativa para este sector ni expectativa alguna de desarrollo en plena moratoria del Gobierno a las renovables. Los proyectos que se presentaron hace un decenio (la mayoría, en Andalucía), están olvidados, tal y como admiten las principales promotoras, que exportan su tecnología líder al norte de Europa.
Todo han sido obstáculos para el desarrollo de la energía eólica marina en el país. El primero, la oposición de colectivos sociales y municipios a la instalación de molinos frente a sus costas. En la comarca de La Janda, en Cádiz, el debate fue encendido entre quienes defendían que los parques acabarían con la pesca y el turismo, y quienes consideraban que se convertirían en un revulsivo para las economías locales deprimidas. Municipios como Conil, Barbate y Vejer se sumaron al movimiento de oposición aunque, como recuerda el catedrático de Ciencias del Mar de la Universidad de Cádiz, Juan Manuel Barragán, en aquellas disputas pocas veces se atendió a criterios y razonamientos científicos.
Media docena de empresas aspiraba a colocar aerogeneradores en el mar de Trafalgar a mediados de la última década. Hoy, los proyectos de Acciona, Iberdrola, Endesa y Capital Energy, entre otras compañías, están olvidados a la espera de tiempos más propicios. Las empresas coinciden en que el Gobierno no ha apostado por este sector ni lo tiene entre sus preocupaciones, como demuestra el hecho de que aún no exista una normativa.
En 2007, la Administración socialista aprobó un Real Decreto que desglosó los procesos administrativos que debían superar los proyectos de energía eólica marina. El estudio estratégico ambiental que acompañaba a este decreto descartó los parques a menos de ocho kilómetros de distancia de la costa y clasificó el litoral español en zonas aptas, no aptas y “aptas pero con condicionantes” para la explotación del recurso. La mayor parte de la costa de Andalucía quedó recogida en este último capítulo, el de espacios adecuados para los aerogeneradores pero en los que el Gobierno debería estudiar los proyectos uno a uno, atendiendo a las condiciones particulares de cada iniciativa y de cada ubicación.
Mapa de parcelas para la presentación de proyectos de energía eólica marina
Ese estudio estratégico fue publicado de forma definitiva en 2009, tras dos años de estudio de alegaciones. El Gobierno mostró su disposición a recibir proyectos empresariales y adjudicar, posteriormente, parcelas marinas para el estudio de las condiciones particulares del viento en cada espacio. Recibió más de treinta propuestas para aguas de Cádiz, Huelva, Castellón, Tarragona, Coruña y Canarias, pero todas siguen en el cajón.
La andaluza Magtel es una de las compañías que presentó un proyecto de eólica offshore a Industria. Aspiraba a construir un parque de 130 aerogeneradores de tres megavatios de potencia unitaria a diez kilómetros de Costa Ballena, en la costa noroeste de Cádiz, y también encontró la oposición de una plataforma de vecinos que recogió varios miles de firmas a pie de playa. Fuentes de la empresa admiten que se han perdido muchas inversiones y que ahora “no se puede hacer mucho”, salvo reorientar esfuerzos a otros negocios en España y en el extranjero y aguardar a que “la normativa y la demanda” permitan retomar el proyecto eólico.
Plan de renovables
La falta de avances en la eólica marina aboca al incumplimiento del Plan de Energías Renovables 2011-2020, en el que el Gobierno se fijó como objetivo alcanzar los 750 megavatios de potencia instalada al final de la década. “A partir de 2017 se estima que comiencen a entrar en servicio las primeras fases de parques eólicos marinos de gran potencia en el litoral español”, señala el documento aprobado en noviembre de 2011.
Los plazos ya se han vencido con creces porque ni siquiera los proyectos de experimentación salen adelante. La iniciativa que ejercía como punta de lanza de la eólica marina en España, el proyecto Zéfir, ha quedado paralizada antes de iniciar su desarrollo, que estaba programado para este mismo año. Este proyecto con respaldo público y privado aspira a construir una planta de experimentación de aerogeneradores marinos en aguas de Tarragona.
Las grandes compañías españolas hace años que apostaron por buscar vientos favorables en países del norte de Europa y allí rentabilizan ahora sus inversiones en investigación y desarrollo. Según datos de la Asociación Europea de Energía Eólica ( EWEA, siglas en inglés), Europa ya supera los 5.000 megavatios enchufados a la red procedentes de eólica marina en más de medio centenar de parques y prevé multiplicar por ocho esa cifra hasta 2020. Londres y Berlín llevan la iniciativa. Proyectos como London Array dan fuste a esta apuesta.
Iberdrola promueve en estos momentos 8.000 megavatios en diversos proyectos en Reino Unido, Francia y Alemania, el equivalente a la potencia total instalada en España de energía nuclear. “Es una de las bases del futuro de la compañía”, apuntan desde la empresa. Las mismas fuentes admiten que en España no hay expectativas de lanzar el desarrollo de la eólica marina al menos hasta el final de la década y explican que, mientras tanto, la compañía está invirtiendo en proyectos de investigación de plataformas flotantes, una tecnología que provocará una revolución en este todavía joven sector.
España carga con un problema añadido: tener costas muy profundas debido al pequeño tamaño de su plataforma continental. A poca distancia de las playas, las profundidades se incrementan muy por encima de los 50 metros, que es la cota a partir de la cual el anclaje de aerogeneradores se complica desde un punto de vista técnico y económico. Por eso, razonan desde Iberdrola, las estructuras flotantes pueden convertirse en una clave para la energía offshore en España: cuando los aerogeneradores floten, los parques podrán instalarse mar adentro, donde el viento es más fuerte y constante, y donde los molinos serían invisibles desde la costa.
La Asociación Europea de la Energía Eólica valora el aprovechamiento del viento en aguas profundas como el “próximo paso” de la energía eólica marina. En un informe publicado este mes, la organización señala que, si se superan los actuales retos tecnológicos y también los legislativos, los primeros parques flotantes pueden estar conectados a la red eléctrica en Europa en 2017, un plazo que vuelve a situar a España contra el reloj.