La dimisión del 'negociador nuclear' iraní apunta a una crisis de gobierno
La dimisión este sábado del principal negociador iraní en el caso nuclear, Alí Lariyani, no debe suponer ningún cambio en la política atómica de Irán, según la versión de Teherán, aunque los analistas la consideran como un nuevo indicio de las divergencias en el seno del Gobierno de Mahmud Ahmadineyad.
Ali Lariyani, responsable de las negociaciones con la comunidad internacional, había presentado su dimisión varias veces en los últimos seis meses, pero Ahmadineyad la aceptó sólo este sábado, según el portavoz del Gobierno, Gholam Hosein Ilham.
El candidato favorito para sustituirle al frente del Consejo Supremo de la Seguridad Nacional (CSSN) iraní es el actual viceministro de Exteriores para Asuntos de Europa y América, Sayed Yalili, de 43 años, doctor en Ciencias Políticas, añadió.
El portavoz iraní atribuyó a “motivos personales” la decisión de Lariyani, considerado la segunda figura en importancia del Gobierno de Teherán, y que durante los últimos dos años ha desempeñado un destacado papel en la política exterior del país.
El anuncio de su dimisión ha suscitado muchos interrogantes sobre el futuro de la política atómica de Teherán, y varios comentaristas han atribuido esa decisión a divergencias no sólo en el gobierno, sino también dentro del propio CSSN.
Algunos analistas iraníes no descartan, además, que la República Islámica endurezca aún más su postura respecto al caso nuclear si Lariyani es sustituido por Yalili, un hombre conocido por ser muy próximo al ultraconservador presidente Ahmadineyad.
“Dada la presencia de muchos halcones en el CSSN, no se espera que Irán flexibilice su postura en la próxima etapa”, dijo en declaraciones a la cadena de televisión Al Yazira el consejero del Centro iraní de Oriente Medio para Asuntos Estratégicos, Mashalá Shams el Waezein.
También recordó que Lariyani “abogaba por la transparencia y se inclina hacia el esclarecimiento (de las ambigüedades) en el expediente nuclear”, pero “esta política encuentra una fuerte oposición en el seno del CSSN”.
Algunos comentaristas consideran, sin embargo, que la decisión de Lariyani se debe a la proximidad de las elecciones parlamentarias iraníes, previstas para 2008.
“Es el líder de una de las más influyentes corrientes políticas y debe estar lejos de las responsabilidades políticas cuando se celebren las elecciones”, dijo el analista político iraní Sabah Zanka.
Lariyani, próximo al líder supremo iraní, Ali Jamenei, fue presentado como candidato en las elecciones presidenciales de 2005 -frente a Ahmadineyad- por la ultraconservadora Junta Coordinadora de las Fuerzas de la Revolución, pero no consiguió pasar la segunda vuelta.
Su dimisión sigue a la repentina salida del Ejecutivo -el 12 de agosto- de los ministros de Petróleo, Kazem Waziri Hamaneh, e Industria, Alí Reza Tahmasebi, que fue atribuida en su momento por los analistas a divergencias con Ahmadineyad.
De todos modos, portavoces oficiales iraníes han dejado claro que la dimisión de Lariyani “no supondrá cambios en la política (exterior) de la República Islámica”, y que tampoco resultará afectada la negociación con la UE.
Abdulreza Rahman Fazli, asesor del secretario del CSSN, afirmó que el sustituto de Lariyani será nombrado en las próximas horas, de tal modo que pueda representar a Irán en la reunión del próximo martes en Roma con el alto representante de la Política Exterior y de Seguridad de la UE, Javier Solana.
Mientras tanto, un equipo de expertos del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) inició hoy mismo en Teherán una nueva ronda de conversaciones sobre las centrifugadoras atómicas iraníes P1 y P2 para el enriquecimiento de uranio.
Esa nueva reunión sigue a la que mantuvo hace una semana en la capital iraní una delegación del OIEA encabezada por el subdirector del organismo internacional, Olli Heinonen, sobre el mismo asunto.
Estas conversaciones se basan en un acuerdo alcanzado en agosto por Irán y el OIEA, por el que Teherán se compromete a esclarecer ciertas cuestiones pendientes que permitan a la agencia nuclear dar por cerrado el caso del programa nuclear iraní, que EEUU y la UE sospechan que tiene fines militares.