Fuerzas de EEUU e Irak matan a 250 militantes en una ofensiva sobre Nayaf
Más de 250 personas murieron este domingo en las cercanías de Nayaf (150 kilómetros al sur de Bagdad) en feroces enfrentamientos entre rebeldes locales y fuerzas conjuntas del ejército iraquí y el estadounidense, según informaron fuentes de la seguridad en la provincia.
Los enfrentamientos, “que aún no han terminado”, según la fuente, han conseguido frustrar un atentado que un grupo hasta ahora desconocido e identificado como “Los soldados del Cielo” tenía previsto perpetrar contra los santuarios chiíes de Nayaf y Kerbala, estos días repletos de cientos de miles de visitantes.
Asimismo, las fuentes confirmaron la caída de un helicóptero de combate estadounidense durante los enfrentamientos, sin que se haya podido confirmar las causas.
Los enfrentamientos se libraron en el barrio de Zarqa, al norte de Nayaf y primero el ejército iraquí atacó el campamento de Los soldados del Cielo, pero ante la intensidad de los combates, tuvo que pedir ayuda al ejército estadounidense, que no dudó en emplear la aviación y bombardear el campamento.
El saldo provisional de víctimas en el ejército iraquí es de tres muertos y 21 heridos, mientras que los 250 muertos entre los rebeldes son de momento “cálculos”, y de hecho sólo se han contabilizado hasta el momento 54 cadáveres.
El portavoz del gobierno, Ali Dabag, dio más pistas sobre este nuevo movimiento rebelde que ha sido el blanco de la operación conjunta: está dirigido por un clérigo llamado Ahmed Hasani y es una “desviación chií”.
“Su intención era atentar contra las instituciones chiíes y luego declararse dirigente de los musulmanes iraquíes”, dijo Dabag.
Los chiíes abarrotan desde este sábado tanto Nayaf como la vecina Kerbala para conmemorar la festividad de Achura, en recuerdo del “martirio” del Imam Husein, el nieto de Mahoma, un martirio que dio lugar precisamente al cisma chií y la separación de los suníes.
La Achura, casi prohibida durante el régimen de Sadam, atrae ahora a más de dos millones de fieles llegados de todo Irak, pero también de Irán y otros países con importantes comunidades chiíes, como Afganistán, Pakistán y Arabia Saudí.
El gobierno, que temía atentados de grupos suníes radicales contra los chiíes peregrinos, había preparado un exhaustivo plan de seguridad, pero la aparición de esta escisión chií no aparecía dentro de lo previsible en este convulso Irak.