La cónsul de la República Dominicana visita el Cabildo de La Gomera
La cónsul de la República Dominicana en Canarias, Irma Mireya Bautista Rosario visitó hoy el Cabildo de La Gomera con el fin de departir con las autoridades insulares. El vicepresidente, Juan Alonso y los consejeros insulares de Servicios Sociales, Silvia Padilla y de Patrimonio Histórico, Adasat Reyes atendieron a la cónsul. Entre otros obsequios, Bautista hizo entrega de un documento editado por el Consultado en el que se recoge un estudio cuyo título es: “Los canarios y el mulataje dominicano” que se refiere a la incorporación de los habitantes del Archipiélago al proceso de formación demográfica de la sociedad dominicana desde finales del siglo XVI.
El informe se basa en un estudio elaborado por el historiador Jean Ghasmann Bissainthe y en el mismo se indica que los emigrantes de la Isla a Santo Domingo “no constituyeron una población homogénea desde el punto de vista étnico-racial porque eran grupos humanos dotados de valores propios y con perfiles físicos distintos...”. Este documento fue publicado en el suplemento Areíto del diario dominicano Hoy y fue presentado a las autoridades de La Gomera en un pequeño formato y también en tamaño póster. En el mismo se hace un repaso a la cronología de la emigración canaria al país caribeño que en realidad comenzó en el año 1683 por parte de dos grupos: uno era la élite de Tenerife y luego un grupo de agricultores pobres.
Previamente, desde principios del siglo XVI ya existía en Santo Domingo una población de cientos de canarios, algunos de los cuales eran guanches. A finales de la década de 1680 la población de Tenerife superaba las 50.000 personas y las de Gran Canaria se situaba entorno a las 22.000. El resto hasta llegar a las 105.075 procedían de otros puntos de las islas. “Debido a la alta tasa de natalidad de los canarios la población total alcanzó en 1769 casi 71.000 individuos entre los cuales casi 9.000 eran esclavos”.
Los canarios se involucraron en ganadería, producción agrícola, contrabando y se interesaron por el prestigio que daba los uniformes y las insignias militares. Los habitantes del Archipiélago lograron monopolizar el comercio de mercancías y de alimentos y ocupar funciones de oficiales superiores dentro de la milicia española. “No se identificó como blanca sino canaria porque tenía plena conciencia racial y étnica para luego emprender la guerra en contra de los negros y pardos de las clases inferiores”, se indica en el documento.