Patricia Figuero: pasaporte a la islita

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Cuando me dispongo a escribir sobre Patricia, elijo un bic violeta, porque Figuero es la mirada violeta que tenemos en la islita, como ella sabiamente la define. Coincidimos hace seis años en un curso en diciembre, el último mes del año nos regalaba la presencia en la isla de Sergi Belbel, Del actor al dramaturgo y viceversa. Recuerdo que me tenía que marchar a uno de esos trabajos, que nada aporta y todo roba, tenía un pequeño texto y la elegí para que lo leyera. Con la cortesía que la define me dijo: “¡Claro que sí!”

Más tarde comenzamos a coincidir en algunos eventos, o por la calle, ambas remamos en más de una lucha común. Sabes que te admiro profundamente, tienes ese don para transmitir de forma infinita cualquier cosa que se te presente. Mujer con más de una iniciativa brillante, proyectos novedosos, revolucionarios, con tu firma inconfundible.

Cuando te escucho en tus entrevistas de radio, pienso qué don para la palabra tienes Patricia…

Tienes pasaporte eterno en la islita, un bosque propio, porque nos puedes nombrar volcán e incluso Funambulista herido, tienes una Torre del relámpago y Un érase una vez yo, tenemos un bosque donde habitarnos.

¡Bienvenida a mi Chester! Continúa regalando a la isla ese trocito de un Madrid al que supongo, siempre llevas un pedacito de mar.

Con este Chester cerramos esta segunda temporada, nada más y nada menos que con ella que es una revolución. ¡¡¡Hasta septiembre, feliz verano!!! 

¿Cómo llega Patricia a La Palma? 

Llegué aquí porque quería pasar una temporada alejada de la gran ciudad. Llegué para escribir, para detener el ruido constante.

¿Venía para quedarse? 

Mi idea inicial era pasar tres meses aquí escribiendo y saber qué se siente al vivir en una isla, qué cambia en ti cuando el océano es tu horizonte. Ya llevo casi seis años y no me imagino un horizonte de asfalto más allá de mi ventana.

¿Destino elegido, casualidad, causalidad…?

Elegí La Palma porque nunca había estado aquí. Durante años, viví en la calle La Palma en Madrid. Una calle mítica en el barrio de Malasaña. Es curioso acabar en la isla que tantas veces nombraste, tantas veces, sin ni siquiera imaginar la hondura negra de su arena. ¿Casualidad o causalidad? Yo diría que el universo haciendo de las suyas.

¿Qué le aporta la islita a Patricia, que sigue aquí con nosotros y nosotras en la isla bonita? 

Me aporta otra mirada de mí misma, nuevas heridas para las que necesito vendajes que a veces no tengo. Me aporta la posibilidad de un contacto más cercano con las personas, el arropo de la naturaleza y la belleza de un paisaje, para mí, hipnótico. La islita me ha dado un lugar donde poder reconstruirme, donde poder transitar la ira y el amor, intensamente. Transitarlas desde el agradecimiento, eso sí, y después, darme permiso para seguir bailando. 

Un bosque propio ¿en qué consiste esta aventura? 

Un bosque propio es el club de lectura feminista que coordino en la Biblioteca Municipal de Los Llanos de Aridane (el primer club de lectura feminista de la isla). Un espacio donde leemos libros escritos por mujeres y que ha logrado que nos visiten algunas de las escritoras más importantes de nuestro país: Cristina Morales, Marta Sanz, María Sánchez, Brigitte Vasallo, Sara Mesa y Gabriela Weiner. Además, desde hace años, se está tejiendo una red preciosa entre personas de diferentes generaciones y distinta procedencia con las que hacemos un montón de actividades para acercarnos a la temática de las lecturas que tenemos entre manos: talleres de escritura creativa, recitales, creación de fanzines, etc. Incluso, hemos hecho entrevistas a mujeres de La Palma para conocer cómo era su vida antes y cómo era la isla hace dos o tres generaciones. Básicamente en este bosque nos divertimos y lloramos juntas. Para mí, es un espacio para generar debate y ternura y un amor que trasciende las páginas de los libros y nos permite seguir resistiendo, seguir construyendo una sociedad donde cabemos todes.

La isla de La Palma en una palabra…

Regazo.

Nombrarse ‘Volcán’ espacio que coordinas… 

Es un ciclo poético con periodicidad mensual, también en la biblio de Los Llanos, que apuesta por otras poéticas posibles. ¿Y esto qué significa? Pues el deseo de mostrar que la poesía es algo más que un lugar autocomplaciente y soporífero. Las poetas que nos visitan traen propuestas que mezclan recital y performance, videoarte, documental… cualquier cosa que les sirva como vehículo de expresión. Todo. Y el milagro ha sucedido porque se ha creado un espacio poético para un público muy diverso: turistas, familias, gente muy joven, personas mayores, que acuden libres de expectativas academicistas a ver y a sentir lo que allí sucede (y que quizá no conocen a la invitada pero que se dicen “por qué no”). Me encanta que en cada encuentro el público que acude pronuncie la frase “vengo al volcán” como si tal cosa, como si eso no fuera ya poesía pura, una pequeña victoria al desconsuelo.

El Funambulista herido ¿quiénes son, quiénes podrían ser? 

Es una escuelita de teatro independiente en Santa Cruz de La Palma y también el nombre de un grupo de gentita que hace improvisación teatral, es decir, que crea teatro sin escenografía ni texto sino con las ideas del público. Somos personas dispuestas a hacer de la equivocación y el vacío un espacio de creación colectiva. Funambulistas somos todas, cualquier persona, porque para vivir no queda más remedio que convertirse en equilibristas de ese vacío.

Érase una vez yo, espacio creativo para adultos, son talleres de lectura y escritura…

-Leemos y escribimos pero no estamos en un club de lectura ni en un taller de escritura. Estamos en un espacio para el autoconocimiento y la autoconfianza, donde hemos puesto los cuidados en el centro. Y el centro somos nosotras. Nos hemos reunido quincenalmente en la Biblioteca Municipal de Breña Alta y hemos hablado de quiénes éramos-somos-queremos llegar a ser. Hemos dibujado y escuchado música. Hemos hecho de las palabras el abrazo. 

Terapia Gestalt en la lectura y la escritura… 

Hice la formación de tres años en Terapia Gestalt. Fue una etapa muy dura de tomar consciencia y de poner el cuerpo para hacer del presente un campo de intervención donde transitar mis dolores. Encontré recursos para poder sostenerme en ellos. Ahora intento llevar esa experiencia personal a los clubes de lectura y talleres de escritura que coordino. Porque si se crean espacios donde se le pide a la gente que se sincere y se vacíe, a través de la escritura, por ejemplo, no me parece honesto que se haga si no hay herramientas para poder sostener y acompañar con consciencia lo que allí se dé. A mí esta formación me ha ayudado a generar espacios seguros donde atrevernos a ir más allá de nuestras fronteras, siempre desde el juego. 

Eres un buen momento para morirme, pieza teatral homenaje a Félix Francisco Casanova, escrita de tu puño y letra en 2018. Soy todo oídos… 

Esto fue uno de los regalos más grandes que me ha dado La Palma. Un proyecto puesto en marcha con la compañía de teatro Dadá&Cía gracias al impulso del Cabildo de La Palma. Me encargaron escribir esta obra de teatro y lo hice desde el respeto y la admiración máxima, como un intento de atravesar los poemas de Félix Francisco con las manos extendidas. Para mí fue la celebración de la vida de un poeta sabiendo que nuestros ojos son demasiado pequeños para rememorar el río. Se estrenó en el Teatro Circo de Marte en febrero de 2019 y cuando lo recuerdo sigo temblando de emoción. Ojalá que en algún momento esta producción se vuelva a poner en pie. Casanova se lo merece.

Cuéntanos ese truco que tienes para hacer de una moderación una obra de arte

Muchas gracias por tus palabras, Sandra. Fíjate que cuando me toca hacer de moderadora donde sea yo me veo siempre a punto de cagarla. Creo que es porque normalmente me pongo en peligro, a propósito, claro. Y es que, en el fondo, sentirme incómoda y ridícula es una experiencia que me moviliza y me divierte. La prueba de que he abandonado los lugares comunes. 

Como parte de Violetas LGTBI+ La Palma, ¿qué significa para ti esa lucha? 

Significa recordar a las instituciones que los derechos humanos no se negocian, se legislan. Significa seguir denunciando la exclusión y la violencia a la que nos enfrentamos cada día las personas del colectivo, señalar la discriminación y los discursos de odio, que nos asfixian y nos ponen en peligro constantemente. Nos están matando, no lo olvidemos. Y esto no es algo que esté ocurriendo allá, lejos de nuestros barrios y ciudades. Está pasando en nuestro país, ese que hasta hace poco parecía ser un lugar relativamente seguro para las personas LGTBIQ+.

Coloca un libro en mi mesita de noche, ponme una canción a este ‘Chester’ con fatiga pandémica. 

Pondría muchísimos libros y canciones, qué difícil. Por decir alguno, escogería Éramos unos niños de Patti Smith, que me acompaña desde hace años y con el que siempre vuelvo a creer que el arte nos salvará de la obediencia. La canción, si me la pides con esa inevitable fatiga pandémica, entonces Héroes de David Bowie.

Esta pregunta la haces tú, reflexión, agradecimientos, lo que quieras…

Agradecerte a ti el cariño que, desde hace años, me has hecho llegar. Y agradecerte también tu manera de estar en el mundo; honesta, limpia. Necesitamos más personas como tú, Sandra, con las que sentir que estamos a salvo de una inminente traición. Por último, dejaría aquí una reflexión de la dramaturga española Angélica Liddell que me resuena mucho y que nos dice: “¿Que hacéis con vuestra libertad? No aprovechéis vuestra libertad para seguir siendo mediocres, aprovechadla para rajar el mundo”. 

Gracias infinitas, infinitas gracias, Patricia Figuero, escribiendo en mayúsculas en nuestra islita.

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