El drama de los incendios
Tristeza y rabia da ver
las llamas en el pinar,
difíciles de apagar
cuando comienzan a arder.
Es duro ver perecer
los hábitats naturales,
cultivares y animales,
hogares con sus pajeros
sin respetar los linderos
públicos o personales.
17.VII.2023
NOTA: La legislatura del flamante Gobierno de Canarias se abre con otro drama para la Isla Bonita, que parece haberla mirado un tuerto.
No sirve de nada revolcarse en el fango, ni viene a cuento comparar las heridas del volcán con las del incendio, aún cuando sus efectos resulten comparables. El primero obedece a un fenómeno natural inevitable; el segundo deriva de causas sinantrópicas o provocadas directa o indirectamente por la especie humana.
El volcán se cebó con los hábitats antrópicos; el incendio afecta en mayor grado a los naturales, aunque no es baladí los daños para el agrosistema.
La posibilidad de evitar un volcán es nula; la de evitar los incendios es relativa, a la vista de los hechos, y opinable según las personas.
Buscar las causas de los reiterados incendios que afectan a Canarias, al resto de España y, globalmente, al mundo, exige un análisis sociológico, técnico y político, que va más allá de las declaraciones coyunturales, cargadas de obviedades, que no entran en el fondo de la cuestión, porque nos hemos acostumbrado a escuchar evaluaciones “políticamente correctas”, emitidas por políticos que bordean un tema que desconocen, ignoran intencionadamente o evitan por temor a perder los votos que, erróneamente, piensan los convierten en personajes omniscientes.
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