El Volcán (de) Tajogaite, dos años después, sigue sin nombre oficial

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Se cumplen dos años del comienzo de la erupción volcánica en La Hoya-Grieta de Tajogaite (Cabezavaca. El Paso. Isla de La Palma) y, aunque parezca mentira, seguimos sin otorgarle un nombre oficial, lo cual no hace otra cosa que aumentar la confusión sobre este tema. Esta cuestión, sobre la que ya hemos tratado en diferentes medios (periódicos, redes sociales, televisión y radio), lo abordamos de una forma concienzuda y, a nuestro juicio, bastante clara y con datos científicos en el primer apartado de un artículo que publicamos en la Revista El Pajar (Felipe Jorge Pais Pais: El Volcán (de) Tajogaite y el cantón de Tihuya, Revista El Pajar (Cuaderno de Etnografía Canaria), III Época, Nº 36, (Tenerife), diciembre 2022, Págs. 165-174). Aquí nos limitamos a reproducir este capítulo que, como pueden apreciar, se escribió a un año de la erupción para verificar que, justo en el segundo aniversario, la situación sigue siendo exactamente la misma:

In memoriam, a Pedro Merino Martín, historiador, investigador, profesor y, sobre todo, excelente persona. Buen viaje, amigo.

1.- El nombre del volcán

Apenas quedan veinte días (en el momento de dar luz a este trabajo) para que se cumpla el primer aniversario del volcán que reventó en la Hoya de Tajogaite (Cabezavaca. El Paso) e, increíblemente, sigue sin tener un nombre “oficial”. Es descorazonador comprobar cómo medios de comunicación y periodistas hacen auténticos malabares para denominarlo y el esperpento llega al punto de que en una misma televisión, en programas distintos, se le denomina de diferente forma. Pero lo más triste es que, al igual que ha sucedido con el intento de utilizar los términos Isla Baja o delta lávico para denominar los nuevos terrenos ganados al mar en la costa de Tazacorte y que, desde nuestro punto de vista, podrían designarse como fajanas, se nos imponen topónimos desde fuera, bien sea La Península u otras islas, que desconocen muestra historia, geografía, orografía y toponimia. Desde el mismo 19 de septiembre hemos asistido, atónitos, a infinidad de opiniones sobre el nombre que se debe dar al nuevo volcán o la incomprensión de quienes piensan que ello no se debía hacer hasta que se apagara, aunque no entendemos muy bien el porqué de esa espera. Pero ya hace más de 8 meses que se ha dado por extinto y seguimos en las mismas: todo el mundo callado, especialmente la población palmera que, consideramos, debiera tener mucho que decir en este tema. Y todo ello a pesar de que hace ya varios meses, en un proceso participativo, organizado por “Revivir el Valle”, más del 60% de los encuestados se han decantado porque debiera conocerse como Volcán de Tajogaite o Volcán Tajogaite. Las instituciones públicas, quienes debieran solucionar esta cuestión, siguen absolutamente inoperantes, como si este tema no fuese con ellas. Mientras tanto, la confusión aumenta y se sugieren nombres que, a nuestro juicio, son poco afortunados. No pretendemos sentar cátedra, ni mucho menos, si bien consideramos conveniente precisar algunas cuestiones sobre los topónimos más empleados en algunos medios de comunicación.

Los nombres que más suenan, a fuerza de repetirlos, son los de Volcán de Cumbre Vieja, Volcán Sin Nombre, Volcán de La Palma… Sin embargo, pensamos que se trata de acepciones poco afortunadas que nos parecen vagas, generalistas, confusas y muy poco respetuosas con la geografía y la toponimia del lugar. Cumbre Vieja es una enorme dorsal volcánica que recorre, prácticamente, toda la mitad sur de La Palma, entre el Pico Birigoyo y la Punta de Fuencaliente, prolongándose, incluso, bajo el mar, y por cuyo borde discurre uno de los senderos más atractivos y transitados de la Isla, la denominada Ruta de Los Volcanes. Todos los volcanes históricos han tenido lugar sobre la parte superior de esa formación geológica, que sigue muy activa, y que atraviesa o linda con 4 municipios palmeros (Breña Baja, Villa de Mazo, Fuencaliente y El Paso). Pero es que, además, este nuevo volcán revienta en las laderas occidentales de ese accidente geográfico y, por tanto, bastante alejado de Cumbre Vieja propiamente dicha.

En cuanto a lo de Volcán de La Palma es una generalidad que solo sirve para localizarlo en el mapa. Pero, no importa, los nuevos volcanes que surjan, que los habrá, pasarán a llamarse, a partir de ahora, La Palma II, La Palma III … y así, hasta el infinito, con lo cual esta cuestión la tendríamos zanjada por los siglos de los siglos. Y, por último, lo de Volcán sin Nombre no hace más que reconocer nuestra incapacidad para ponernos de acuerdo y se debe, exclusivamente, a nuestro aplatanamiento y aceptación de que sean otros quienes nos solucionen este desaguisado. En este último caso podríamos denominarlo, perfectamente, como Volcán de San Borondón, una isla fantasma, al oeste de La Palma, que aparece y desaparece, que muy pocas personas han creído ver y nadie ha sido capaz de certificar su existencia real. Pero Tajogaite si existe y en tres meses ha creado una mole impresionante en unos parajes en los que solo habían hoyas y suaves laderas, hasta el punto que su estampa sobrecoge desde cualquier punto del Valle de Aridane.

En nuestra opinión, y sin ánimo de entrar en polémica o imponer nada, creemos que el nuevo volcán podría llamarse, perfectamente, Tajogaite puesto que, como ya indicamos en el primer párrafo, reventó en la Hoya, algunas personas también hablan de La Grieta, de Tajogaite (Cabezavaca. El Paso). Se trata de un vocablo benahoarita, que presenta otras variantes como Tagojaite y Taguajaite (C. Díaz Alayón; 1987: 148). En las fuentes bibliográficas consultadas no hemos encontrado datos concretos sobre su significado y los investigadores se limitan a señalar que puede ser el nombre de una planta perenne (Ignacio Reyes García; 2003, 139). Es interesante reseñar que J. Bethencourt Alfonso señala que, en Tenerife, existe el término gaite con el significado de torta hecha con harina de raíz de helecho (J. Bethencourt Alfonso; 1991, 268). Ambos investigadores coinciden en que el topónimo Tagoja, presente en La Palma en dos lugares distintos y separados geográficamente: Montaña de Tagoja (Mirca. Santa Cruz de La Palma) y Fuente de Tagoja (Gallegos. Barlovento), están claramente emparentados con Tajogaite y, por tanto, con un significado muy parecido. Por ello, y a modo de hipótesis, planteamos la posibilidad de que esa planta pudiera ser, precisamente, la helechera (Pteridium aquilinum) cuya raíz se utilizada para hacer gofio y bollos de helecho que, además, son muy abundantes en la zona de Tajogaite, así como en la montaña y fuente de Tagoja, cuyos terrenos arenosos y de granzón constituyeron lugares ideales para ser cavaderos de helechos (F. J. Pais Pais, N. J. Pellitero Lorenzo y C. A. Abreu Díaz; 2009). En este mismo sentido, Rafael Oropesa Hernández nos aporta la información de que en Tenerife existe una planta conocida como Turgayte-Turgaite, que en La Palma se denomina cinco uñas o manos abiertas (Senecio palmensis o Bethencourtia palmensis), cuyo parecido con Tajogaite es bastante evidente. No obstante, hemos de reseñar que esta planta no es precisamente abundante, al menos en la actualidad, en estos parajes, puesto que suelen aparecer colgando de los riscos, en zonas umbrófilas y bastante húmedas, que no es el caso de este paraje de Las Manchas.

El Volcán (de) Tajogaite ha provocado daños terribles e irreparables en los bienes patrimoniales (casas, terrenos, cultivos, etc) de miles palmeros/as de los municipios de El Paso, Los Llanos de Aridane y Tazacorte. Quienes vivimos en la mitad sur de La Palma, al igual que sucedió en la época benahoarita, debiéramos ser conscientes de que este tipo de catástrofes naturales nos han azotado en el pasado e, irremediablemente, se reproducirán en el futuro. Para entender esa realidad solo basta con fijarnos, por ejemplo, en la conformación del acantilado costero de El Puerto (Tazacorte), donde se aprecian, claramente, hasta cuatro coladas de lavas superpuestas separadas por sus correspondientes capas de almagre, a las que habría que añadir la de Montaña Quemada-Tacande, en la segunda mitad del siglo XV, que se quedó a escasa distancia del mar. Todas ellas han conformado la orografía del Valle de Aridane. Se nos ha transmitido la falsa idea de que los volcanes palmeros no eran peligrosos, obviando la terrible destrucción provocada por el Timanfaya (1730-1736), en Lanzarote, o la de Trevejos-Arenas Negras (1706), que sepultó la mayor parte del Puerto de Garachico (Tenerife). Esa sensación de seguridad ha sido provocada, en buena medida, porque durante la gran mayoría de las erupciones históricas palmeras apenas han quedado registros de los daños ocasionados en propiedades y en las personas. No obstante, las fuentes etnohistóricas señalaban que el Volcán Tacande-Montaña Quemada, en tono a 1470, sepultó un valle muy fértil en agua, pastos y muy poblado por benahoaritas. El Volcán San Juan-Las Manchas (1949) ya nos dio un serio aviso, premonitorio, de lo que podría suceder, destruyendo casas, pajeros, aljibes, caminos, carreteras, etc. Sus daños, mínimos, comparados con los de Tajogaite, no fueron aún mayores y más graves porque sus lavas discurrieron por zonas que, por ese entonces, estaban muy poco pobladas.

La destrucción provocada por el Volcán (de) Tajogaite ha sido terrible, de muy difícil y complicada reparación. Quizás por ello, desde el mismo momento de la erupción del 19 de septiembre, algunas personas se han mostrado reacias a darle un nombre. Lo cierto es que han pasado muchos meses desde que se declarara oficialmente extinto y seguimos con la misma indefinición que no hace más que crear una terrible confusión entre la comunidad científica y la ciudadanía. Pero, nos guste o no, debemos ser conscientes de que este volcán es hijo de La Palma y ha cambiado, para siempre, la historia, la orografía, la geología y hasta la psicología de buena parte de la población palmera. Su impresionante e inquietante mole no desaparecerá. A nuestros hijos/as, incluso antes de que nazcan, les buscamos un nombre que lo relacione con su familia, su comunidad, con su pueblo. Igualmente, al volcán no podemos ignorarlo, por mucho que nos empeñemos. Su presencia es indisoluble del lugar en que nació, la Hoya de Tajogaite (Cabezavaca. El Paso) y, con toda probabilidad, en un futuro no muy lejano, se convertirá, si sabemos gestionarlo bien, en uno de los reclamos turísticos y científicos más poderosos de La Palma. Solo tendremos que aprender a convivir con él y, también, por supuesto, a respetarlo.

En La Palma, incluso, los volcanes pierden este nombre y pasan a ser llamados montañas o, simplemente, con el topónimo del lugar en que reventaron, de ahí que propongamos el nombre de Tajogaite o Montaña-Volcán (de) Tajogaite porque es el lugar donde vio la luz, porque no se presta a ningún tipo de confusión y porque, como muchos de los topónimos dados a las erupciones históricas, tiene una raigambre indígena que puede remontarse a más de 2000 años de antigüedad. Muchos de los volcanes de La Palma se conocen por dos y hasta tres nombres, y siempre relacionados con la zona dónde reventaron o con determinadas características del lugar. Los únicos volcanes históricos que tienen una única denominación son los de El Charco (Fuencaliente) y Teneguía (Fuencaliente), vocablo indígena que, en su momento, no generó ningún tipo de polémica. A modo de ejemplo, vamos a reseñar cómo se conocen los restantes volcanes subhistóricos o históricos: Tacande-Montaña Quemada (El Paso); San Juan-Las Manchas (El Paso) con otras dos bocas en Hoyo Negro y Duraznero; Martín-Tigalate (Villa de Mazo) y otro cono conocido por El Búcaro (El Puertito. Las Caletas. Fuencaliente), San Antonio-Fuencaliente y Jedey-Tihuya, cuya segunda denominación, por cierto, es errónea porque se sitúa en los dominios del cantón de Guehebey. En el mismo Valle de Aridane, mucho más antiguos, tenemos la Montaña de Tamarahoya-La Yedra, Montaña de Enrique-El Tornillo (El Paso), Montaña de Triana-Las Rosas-El Laurel (Los Llanos de Aridane), Montaña de Todoque-Bermeja-Tres Picos (Los Llanos de Aridane y Tazacorte).

Los reparos que algunas personas nos han planteado a la hora de llamar Tajogaite al nuevo volcán de La Palma son tan peregrinos y discutibles que casi ni merece la pena hacer alusión a ellos. Por un lado, se nos dice que es un vocablo de difícil pronunciación aunque, en el fondo, se cuestiona por tratarse de una palabra aborigen que, a pesar de todo, se ha conservado hasta nuestros días. Sin embargo, esta misma gente pronuncia perfectamente Kilauea y hasta sabe lo que es un kipuka, como si estos términos hawaianos formasen parte del habla y el territorio insular. Estos kipukas, en nuestra Isla, se denominan “manchas” o “manchones”, dando origen, por ejemplo, al barrio de Las Manchas (El Paso-Los Llanos de Aridane). Y, por otro lado, aún más sorprendente es que se nos plantee que Tajogaite no les gusta porque es nombre de una conocida marca de queso palmero. Se olvidan, no sé si deliberadamente o no, que ello obedece a que el encerradero de estos animales se encontraban, precisamente, en la Hoya de Tajogaite, justo donde reventó el volcán el 19 de septiembre de 2021. En la misma tarde del 19 de septiembre se grabaron unas imágenes icónicas, por parte de la TV Autonómica Canaria, en las que se rescata a unas cabras sobre las que, literalmente, “llueve” granzón porque se trataba de la manada del Queso Tajogaite.

Otro de los nombres propuestos para el volcán ha sido el de Cabeza de Vaca que hace referencia a una zona más amplia situada al sur-sureste de Tajogaite. Ambos lugares fueron engullidos por la erupción. En este sentido, es preciso plantear algunas consideraciones. Los habitantes de Las Manchas, Tacande y El Paso, en general, la conocen como Cabezavaca y no tiene absolutamente nada que ver con alguno de los protagonistas de la conquista de Benahoare a finales del siglo XV. Así la denominaban las personas con quienes, en la década de los 60 y 70 del pasado siglo, acudíamos a recoger pinillo, piñas y a cortar pasto. Todo apunta a que este topónimo es mucho más reciente y se ubicaba al sureste de donde reventó el volcán, si bien su gigantesco tamaño ha arrasado completamente toda esta área.

Felipe Jorge Pais Pais (Doctor en Arqueología) 

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