Todo sigue igual
¿Cuando surja un rebrote por el descontrol del ocio nocturno en Santa Cruz de La Palma a quién echaremos la culpa?
Podríamos pensar que sería de los que incumplen las normativas sanitarias, como los que se reúnen en reiteradas aglomeraciones en la trasera del Cabildo, sin mascarilla y sin distancia de seguridad. Puede ser, pero sería un análisis muy simple. Cualquier sociedad tiene en su seno un tanto por ciento de personas egoístas, insolidarias, inconscientes o sencillamente imbéciles. Es inevitable y hay que convivir con ello. Aunque, sorprende que sean tantos.
El problema, creo yo, radica en qué respuesta se da a eso, y si esta es no hacer nada, y las autoridades se muestran incapaces de actuar y miran para otro lado, entonces la carga de la culpa recae casi en exclusiva en ellos.
Un ejemplo de buena actuación es cómo respondemos ante el tanto por ciento de personas que aún se empeñan en beber y conducir. Primero concienciar a la mayoría y luego se sanciona a los irresponsables.
Pues bien, fin de semana tras fin de semana veo con mis propios ojos, la nula respuesta. Las patrullas policiales no actúan, se limitan a su ronda desde los coches. ¿Falta de personal? Si es así, a que están esperando, llegarán tarde, otra vez.
¿Por qué no se sanciona?
¿Por qué no se controlan las aglomeraciones en las calles?
En Casa Tey seguimos haciendo esfuerzos en cumplir y por ejemplo no servimos a quien no tenga asiento y mesa para evitar excesos de aforo. Pero de qué sirve autolimitarse, si a menos de 100 metros hay calles saturadas. La respuesta es que no sirve de nada. Un contagio en una mesa permite rastrearlo, un contagio en medio de una aglomeración es imposible hacerle el rastreo.
Al final cuando vengan los rebrotes, que vendrán, pagaremos todos. Los negocios que cumplieron y los que no, los empleados de ambos que se irán al paro, los niños que se quedarán sin cole, los mayores, perderemos todos…Bueno, todos no, los que lo están permitiendo, autoridades municipales, Delegación del Gobierno, a esos no les pasará nada, seguirán en sus puestos, cobrarán sus sueldos y encima nos echarán la culpa.
Quizás si lo que estuviera en juego fuera su patrimonio y no el de los demás los veríamos los sábados por la noche corriendo por las calles detrás de los que incumplen.
No es el caso, todo seguirá igual. Nos lo merecemos.
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