La arqueología se enriquece con nuevos yacimientos
El valioso tesoro prehispánico de La Palma se ha visto incrementado con nuevos yacimientos. “En los últimos días”, explica Jorge Pais, doctor en Arqueología y jefe de la Unidad Insular de Patrimonio Histórico del Cabildo,
“se ha producido en La Palma el hallazgo de diferentes conjuntos arqueológicos que, por diferentes razones, tienen un extraordinario interés, obligándonos a replantearnos algunas cuestiones sobre la vida y cultura de los benahoaritas”. A ello, destaca, “hemos de añadir que estos descubrimientos se producen en dos de los municipios en los que la presencia aborigen es menos llamativa: Fuencaliente y Los Llanos de Aridane, si bien en este último caso aún no se ha realizado la Carta Arqueológica Municipal”.
(Carlos Camacho y César Hernández, en Los Llanos; y Carlos Camacho y Antonio Arteaga, en Fuencaliente. Fotos cedidas por JORGE PAIS).
El hallazgo “más sorprendente y espectacular ha tenido lugar en Los Llanos de Aridane donde, a pesar de que aún no se ha realizado la Carta Arqueológica Municipal, conocemos una serie de zonas arqueológicas de gran interés (Caboco de Aroche, Las Lajas, Camino de la Gorona, etcétera)”. En realidad, dice, “se descubrieron seis yacimientos arqueológicos de los más completos e interesantes que hemos conocido en los últimos años. Los autores del hallazgo son Carlos Manuel Camacho Sanjuán y César Hernández García”.
(Grabado de la estación rupestre de Los Llanos y hueso en el yacimiento funerario de Fuencaliente. Fotos cedidas por JORGE PAIS).
Sin ningún género de dudas, sostiene, “la aportación más importante a la arqueología palmera consiste en el hallazgo de una pequeña estación de grabados rupestres de tipo geométrico, ejecutados con la técnica del picado, que son los primeros de estas características que se conocen en este municipio y en toda la vertiente suroccidental de la Isla”. El yacimiento “cuenta, como mínimo, con seis paneles en los que se representan dos pequeñas espirales, de apenas 10 centímetros de diámetro, y meandriformes de corto desarrollo”. Otro dato de “gran interés”, subraya, “es el tipo de soporte, puesto que se trata de un morrete lávico de superficie muy escoriácea e irregular, de los que se conocen muy escasos ejemplos en el resto de la Isla. Además, están asociados a pequeñas cazoletas de forma circular y oval, destacando el hecho de que en el interior de una de ellas apareció un fragmento de cerámica de la Fase II”.
Los yacimientos de Fuencaliente, por su parte, “se localizaron hace unos meses y fueron visitados” por miembros del citado departamento “hace un par de semanas”. El conjunto prehispánico, señala en un informe realizado al efecto, “está formado por dos tubos volcánicos contiguos que, tras las primeras prospecciones superficiales, fueron utilizados como lugar de habitación y necrópolis”.
El tubo volcánico de mayores dimensiones “presenta unas inmejorables condiciones de habitabilidad en cuanto a dimensiones, luminosidad, exposición y protección contra las inclemencias del tiempo”. La cavidad “tiene tres bocas y ha sido intensamente reutilizado en la época histórica”. A pesar de todo, continúa, “los restos arqueológicos superficiales nos hablan de una ocupación continuada de, como mínimo, unos 800 años, según se desprende de los fragmentos de cerámica de las Fases IIIa, IIIb, IIIc, IIId, IVa y IVb que aparecen en superficie”. La industria lítica, detalla, “está formada por lascas, núcleos y diques de basalto gris y basalto vítreo”. Los materiales que “realmente nos indican que se trata de una cueva de habitación son los abundantes fragmentos óseos machacados de ovicápridos, los retos malacológicos y la fuerte presencia de cenizas y carbones en el sedimento”.
Yacimiento funerario de Fuencaliente
El yacimiento “funerario se sitúa a apenas 1,50 metros por debajo de la cavidad anterior”. Se trata de “una cueva de unos cuatro metros de anchura, poco más de un metro de altura y una profundidad de unos tres metros, si bien en el fondo nace un estrecho tubo volcánico que se interna en el risco. El hallazgo, de forma casual, fue protagonizado por Carlos Manuel Camacho Sanjuán y Antonio Arteaga Carmona”.
“Es de destacar el hecho de que la actuación ha sido modélica en lo que se refiere a la forma de proceder en el caso de que se realice un descubrimiento de un yacimiento arqueológico de cualquier tipo”. Lo primero que “vieron fue un húmero humano en el talud que existe delante de la cueva”. Cuando procedieron “a su traslado a la cueva que queda inmediatamente encima, observaron parte de un cráneo semienterrado”. Ambos “restos habían sido removidos de su posición originaria por la escorrentía”. Carlos y Toño “se limitaron a introducir el húmero en una grieta y a recoger el cráneo ante el temor de expolio o rotura, trasladándolo al Museo Arqueológico Benahoarita”. La información oral que “nos dieron nos pareció lo suficientemente interesante como para visitar el yacimiento lo más rápido posible”.
En el interior de la cueva, “además de los restos anteriormente reseñados, se conservan un fémur y una ulna (un hueso largo, paralelo al radio), posiblemente del mismo individuo que, en principio, y a falta de estudios más exhaustivos de un paleontólogo, pertenecen a un varón adulto en plena madurez física”. Los restos humanos, prosigue Pais en detallado informe, “están asociados a gran cantidad de fragmentos óseos de ovicápridos entre los que destacan los animales jóvenes algo que, por otro lado, suele ser habitual en los yacimientos funerarios benahoaritas en los que se realizaban algún tipo de sacrificios rituales”.
La zona funeraria “parece extenderse por la mitad izquierda de la cavidad quedando delimitada por una hilera de rocas de gran tamaño. Parece que está intacta, ya que en todo ese espacio no se observa ningún tipo de agujero, ni de animales ni de expoliadores”.
Recientemente, apunta, “hemos visitado el yacimiento con la especialista Nuria Álvarez Rodríguez, que está realizando su tesis doctoral sobre yacimientos funerarios de cremación benahoaritas, para tratar sobre las siguientes actuaciones a llevar a cabo. Hemos coincidido en la necesidad de realizar uno o varios sondeos en el área donde aparecen los restos humanos para comprobar la extensión y el interés real del yacimiento y, dependiendo de los resultados de esos trabajos, nos plantearíamos la posibilidad de realizar una excavación arqueológica en profundidad”.
La importancia de este yacimiento, destaca, “estriba en que parece presentar un buen estado de conservación, aportándonos datos muy valiosos sobre las costumbres funerarias de los benahoaritas del cantón de Ahenguarme”.
“Las primeras y únicas referencias aparecieron a finales del siglo XIX en el periódico palmero El Iris sobre una cueva de enterramiento en Los Bermejales con ”?tres cráneos o calaveras introducidas en tres palos delgados de tea toscamente labrados?“. Este lugar, precisa, ”fue sepultado por las lavas del Volcán Teneguía y los restos arqueológicos mencionados se encuentran en paradero desconocido“. Asimismo, alega, ”sabemos de la existencia de una covacha funeraria de cremación en el Roque Teneguía, si bien ha sido completamente expoliada, por lo que la información que puede suministrarnos es prácticamente nula“.