La casa se llena por La Bajada con parientes y amigos hasta de China
No están como sardinas en lata porque disfrutan de una amplia estancia, pero la vivienda del matrimonio formado por Mila Martín y Juan José Gismero, ubicada en Buenavista, en Breña Alta, en las presentes fiestas lustrales está a tope de invitados. La familia acoge a cerca de una docena de parientes y amigos, tres de ellos llegados nada menos que desde China. La palmera de nacimiento Carmen Febles Jaubert, a quien la periodista madrileña Montserrat Domínguez citó en el pregón de La Bajada, su marido Paolo Quattrocchi y su hija Sara, han viajado desde el gigante asiático para acudir a la cita quinquenal.
La espaciosa casa de Mila y Juanjo está ‘invadida’ estos días de Bajada sobre todo por gente joven. Elisa Fernández, de Madrid, es amiga de una sobrina de Mila; Rocío Gismero también reside en la capital de España y es sobrina de Mila y Juanjo; Sara Quattrocchi es hija de Carmen Febles Jaubert; Gala Martín tiene su residencia en Soto del Real y también es sobrina de Mila; Javier Vidal, natural de Las Palmas de Gran Canaria, reside en Madrid y es amigo de Hugo Gismero, único hijo del matrimonio anfitrión. Las chicas tienen entre 14 y 17 años, y los chicos 21 y 23. La convivencia es armoniosa y no se suelen producir ‘choque de trenes’, aunque justo en el momento en que esta redactora entró en la vivienda, acababa de tener lugar una pequeña ‘batalla’ que se saldó con una lesionada en una rodilla de carácter leve. “Es que están todo el día peleándose”, cuenta Mila.
Carmen Febles Jaubert, quien ‘obligó’ a Montserrat Domínguez a conocer La Palma por las historias que le contaba de su Isla cuando estudiaban juntas en Madrid, es la invitada internacional. Nacida en Santa Cruz de La Palma, su vida ha transcurrido entre varios países. Está casada con el italiano Paolo Quattrocchi y tiene dos hijos. Durante más de 20 años ha residido en Roma, después lo hizo en Japón y actualmente vive en China. Desde hace varios días se encuentra en La Palma junto a su hija Sara para disfrutar de La Bajada. Su marido llega a la Isla este domingo. Es nieta de la pianista doña Rosario Gómez, “una señora que contribuyó al desarrollo musical de La Palma”, recuerda Carmen. “Vengo todos los años a la Isla y la cita con La Bajada es obligada”, asegura.
La amistad que une a Carmen y a Mila es estrecha. “A Carmen la conozco desde los 12 años, cuando venía de Madrid a casa de su abuela que vivía debajo de la vivienda de mi madre; ella siempre ha querido La Palma porque nació aquí, pero sobre todo le une el hecho de que tiene muchas amigas”.
Mila, directora de la Escuela Insular de Música y del Coro Infantil y Juvenil de este centro docente, está encantada con la vivienda llena de gente, pero se lamenta porque “no los puedo atender como se merecen; estoy trabajando mañana, tarde y noche con los temas de La Bajada”. “Ahora somos nueve, pero aún faltan parientes y amigos por llegar, y cuando suben las madres, la de Godi (Carmen) y la mía, sumamos doce”. “No tenemos problemas de espacio, pero somos 800 para desayunar, y otros tantos para almorzar y cenar”, señala entre risas. “Aquí todo el mundo colabora, pero el que más trabaja, con diferencia, es mi marido, mucho más que yo, las cosas como son”, afirma. Juanjo resta importancia a esa alabanza y justifica su dedicación a la casa por la entrega de Mila a las fiestas lustrales. “Hoy he estado toda la mañana planchando, y la suerte es que tengo una madre, como todas las madres, buenísima, que me hace comida; sobre todo el primer plato, de cuchara, lo tenemos de la abuela; nosotros solo tenemos que hacer el segundo”, indica.
Doña Milagros Álvarez, en la intendencia, tiene encomendado el primer plato, pero la totalidad de los huéspedes aportan su grano de arena. “Todo el mundo colabora, aunque las habitaciones de los chicos están como leoneras, pero hacen sus camas, ordenan la ropa, recogen y ayudan muchísimo”, asegura. “Nos organizamos bien porque ya estamos acostumbrados a esto”, subraya. “Nos gusta tener gente con nosotros, aunque es verdad que cansa, pero a mí me encanta, porque la casa está preparada, no estamos como sardinas en lata”.
Las chicas y los chicos disfrutan a tope de las fiestas lustrales, pero siempre dentro de un orden. Nada de amanecidas porque son muy jóvenes. “Para desplazarse utilizan el transporte público, porque nosotros nos podemos estar bajando y subiendo a cada dos por tres”, comenta Mila. “Salen juntos y hacen pandilla, tiene muchos amigos aquí y eso me encanta”. “Por las noches, cuando llegan, juegan a las cartas o ven una peli que pone mi hijo, que es el que más entiende de cine”. “A Carmen y a mí nos encanta que su hija Sara por fin haya dicho que le gusta La Palma, porque lo que le hacía falta era tener amigos”, apunta Mila con entusiasmo.
En este hogar de Buenavista se viven las fiestas lustrales con alegría. “Es un regocijo para mí tenerlos en casa, lo que pasa es que el Coro interviene en La Bajada y me da pena porque no los puedo atender como quisiera; cuando llega la noche estoy agotada, con la voz también cansada, pero disfrutamos mucho todos juntos”.