La historia de Aboubacar, 16 años después de llegar a Canarias: “Veníamos para mejorar, ahora para sobrevivir”
Aboubacar Drame, un maliense que a los 17 años cruzó en cayuco desde Mauritania a Canarias como inmigrante en 2006, ha advertido de que cuando él llegó las personas salían de África para mejorar, pero ahora lo hacen por “supervivencia”, porque “el cambo climático es una realidad” que ya no permite vivir de la agricultura.
Dieciséis años después de su llegada al muelle de Arguineguín, Drame, que trabaja ahora en la atención a otros menores migrantes, ha comparecido este jueves en la comisión del Parlamento de Canarias que estudia la inmigración, donde ha expuesto su historia y su visión de la evolución de este fenómeno y ha insistido en su reconocimiento a los canarios, que “pueden estar orgullosos” de cómo se comportan con los que llegan.
Cuando salió de Mali su país no estaba en guerra, pero ahora sí, y Drame ha lamentado “la doble vara de medir” que tiene Europa con los derechos humanos. Se da asilo político a los ucranianos pero a jóvenes que huyen del norte de Mali se los retiene en centros de menores, esperando más de un año por una prueba ósea que determine su edad, y “ni siquiera se les da la opción” de pedir asilo, ha dicho.
“Son menores extranjeros en custodia del Gobierno de Canarias, que debería saber la realidad, pero no he visto la presencia de ningún gobernante”, ha explicado.
A su llegada en 2006, él permaneció dos años en un centro de menores inmigrantes y ahora que trabaja en los dispositivos de atención advierte de que “se siguen cometiendo los mismos errores”.
Muchos de los chicos están sin escolarizar, pero además ahora se desesperan porque mientras que en 2006 las pruebas óseas tardaban uno o dos meses, ahora la demora puede superar el año y medio. Lo que sí ha mejorado es que al abandonar los centros de menores los chicos ya salen con permiso para trabajar, algo que entonces no podían conseguir.
Drame no se ha mostrado muy optimista con la posibilidad de que trabajando con los gobiernos de los países de origen de los migrantes vayan a cambiar las cosas.
En 16 años “nunca he visto ninguna autoridad africana que venga a interesarse por nosotros”, hay africanos que mueren a diario en el Mediterráneo y en el Atlántico y “nunca he visto a un mandatario africano mostrar su malestar”, se ha quejado.
Tampoco percibe que Europa esté dispuesta a abrir vías regulares para la emigración: “Intentan cerrar a África”.
Además, ha explicado a los diputados que esta misma semana acompañó al aeropuerto a una familia africana que iba a volar desde Canarias a Francia con todos los papeles en regla y la Policía enseguida empezó a ponerles trabas a cuenta de vacunas y pruebas PCR.
Por eso, su opinión es que los africanos van seguir viajando por las vías irregulares que disponen, porque “las mafias siguen ahí” y aunque las policías “hacen un gran trabajo”, “eso es África”, hay corrupción y algunos son cómplices de los traficantes de personas.
Ha contado que cuando él iba a embarcar en su cayuco en 2006 en Nuadibú, al norte de Mauritania, fue detenido poco antes por una patrulla, pero un traficante se acercó, informó a los agentes de que “este es cliente mío” y pudo seguir su camino.
Hace seis meses, Drame ha hecho el mismo recorrido desde su aldea de Mali hasta Nuadibú y ha percibido algo parecido: mientras hay unos policías que “hacen un gran trabajo”, también los hay que dicen que “si los europeos quieren que controlemos las salidas tienen que pagar como pagan los otros”.
“Me encontré muchos chicos jóvenes de Mali y de Mauritania con voluntad de venir”, ha descrito Drame, antes de explicar por qué.
“Ya ni los padres animan a los hijos a quedarse a trabajar la tierra porque saben que no van a sacar nada. En mi aldea la gente vivía de la agricultura, ahora nadie puede vivir cultivando la tierra. El cambio climático es una realidad. Los motivos han cambiado, antes podía ser para mejorar, ahora es cuestión de supervivencia”.
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