La depuración natural: una defensa sostenible contra una amenaza desconocida

Los investigadores Rayco Guedes y Sarah Montesdeoca en su laboratorio

Adrián Suárez

Las Palmas de Gran Canaria —

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En nuestro día a día consumimos centenares de productos químicos distintos cuyos efectos en el medioambiente a largo plazo se desconocen. Para poder controlar la amenaza que estos contaminantes posan a la naturaleza, e incluso a los seres humanos, es esencial desarrollar procesos de detección, evaluación y depuración.

Investigadores del Instituto Universitario de Estudios Ambientales y Recursos Naturales (i-UNAT) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) han estudiado la capacidad de un sistema de depuración natural ubicado en el Campus de Tafira de eliminar micro-contaminantes orgánicos, en particular hormonas y productos de cuidado personal de las aguas residuales.

El estudio, publicado en Science of the Total Environment, se ha llevado a cabo en el Sistema de Depuración Natural del Campus de Tafira, que desde el año 2000 y ha servido para depurar las aguas residuales de una parte del Campus de Tafira.

El sistema está compuesto de dos secciones: una laguna de macrófitos (plantas acuáticas, en ocasiones flotantes, visibles sin necesidad de microscopio) y un humedal de flujo horizontal con plantas y sedimentos. El agua se depura mediante procesos naturales de descomposición y filtrado.

La amenaza de las hormonas

El estudio ha evaluado la presencia de 15 hormonas esteroideas y productos de cuidado personal. De las hormonas estudiadas, hay algunas naturales que provienen de las excreciones humanas y animales. Las hormonas sintéticas estudiadas provienen de productos farmacéuticos y cosméticos. En las aguas estudiadas no se encontraron cantidades significativas de productos de cuidado personal.

“Las hormonas pueden afectar principalmente al aparato reproductor de los organismos. Una cantidad de hormonas que para nosotros no sería peligroso, si llegan a una bacteria o a otro pequeño organismo acuático, pueden causar problemas de hermafroditismo, de cambio de sexo, o se pueden crear poblaciones unisexuales”, explica Rayco Guedes, primer firmante del artículo de investigación. En una población unisexual los ejemplares son todas hembras o todos machos, poniendo en peligro su reproducción y, a largo plazo, su supervivencia.

A concentraciones más altas, las hormonas también pueden causar malformaciones o interferir en el crecimiento de los organismos.

Un sistema sostenible para zonas aisladas

El sistema de depuración natural de La Tafira ha permitido una reducción media de la concentración de hormonas de un 77%, reduciendo el riesgo ambiental asociado a dichos contaminantes de un riesgo medio-alto en el agua de entrada, a un riesgo bajo tras el proceso de depuración. La esperanza del proyecto es poder “darle una segunda vida” al agua de la depuradora regando el palmeral que rodea la instalación.

Al depender de procesos naturales, este sistema tiene un consumo energético mínimo, lo cual es una gran ventaja frente a la depuración tradicional, que consume grandes cantidades de energía.

La mayor limitación de la depuración natural es la cantidad de espacio que ocupa. “Este tipo de sistemas es viable para zonas aisladas o donde canalizar el agua residual puede ser complicado. Para poblaciones más grandes es imposible porque necesitaríamos un espacio gigantesco,” explica Guedes.

Aún hay mucho que no sabemos sobre los químicos que usamos día a día

De las quince hormonas estudiadas aquí, solo dos de ellas están recogidas en la legislación europea. Incluso estas dos no son de obligada depuración, sino que están incluidas en una lista de vigilancia para seguir recopilando datos y tomar más adelante una decisión sobre su regulación.

“Nuestro trabajo es desarrollar métodos para poder detectar cada químico, que a menudo es difícil por su baja concentración, y aportar información sobre su presencia en el medio,” explica Sarah Montesdeoca, investigadora del departamento de química y segunda firmante del estudio. El grupo de investigación trabaja de manera multidisciplinar y colabora con el departamento de toxicología de la universidad para conocer el impacto de los contaminantes en el medio.

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