Carmelo Ramírez
Su primera tentación fue el sacerdocio, digo el Polisario. La segunda Santa Lucía. ¿O era al revés? La tercera fue Román Rodríguez, también su pecado menos venial. Un día le grabaron. Sufre desde entonces en silencio la penitencia de ser hombre de certezas. De los pocos que aún presumen.