El grito de los Olsen

Hace unos dos meses desde la dirección de Fred Olsen SA se informó a los trabajadores que en un plazo indeterminado de tiempo procederían a mudarse de su actual sede situada en un enorme edificio ubicado en el barrio santacrucero de Añaza a otro lugar sin especificar en los alrededores de capital tinerfeña. Ya en esos momentos la empresa tenía en sus manos una sentencia del Tribunal Supremo (TS) en el que se ordenaba que el pleito entre los hermanos Petter y Fred Olsen volviera a la casilla cero donde se inició hace varios años.

Detrás de esta batalla con ramificaciones en la isla parece encontrarse en realidad un fuerte enfrentamiento entre los familiares por su colección pictórica que alcanzó su punto más álgido cuando Fred intentó, sin éxito, vender en 2006 parte de los cuadros por un valor cercano a los 12 millones de euros. Entre las piezas que se querían subastar estaba el cuadro El Grito, de Edvard Munch, que ambos habían contemplado colgado en las paredes de su mansión de Noruega. La batalla judicial se saldó a favor de Petter a quien su madre, Enriqueta Olsen había donado tras su muerte esta colección de enorme valor. Desde algunos años antes su hermano mayor supuestamente había dejado de pagar las rentas del edificio de cinco plantas en el que están centralizadas todas las oficinas del grupo Olsen en Canarias y que es propiedad de Petter.

En 1997 se había llegado a un acuerdo por medio del cual Fred se quedaba con la naviera y Petter se ponía al frente de Propiedades Olsen, que contaba con este inmueble entre uno de sus principales activos. De hecho, su compra supuso un desembolso de 3 millones de euros en el año 1994 que fue cuando la naviera lo adquirió al constructor, Amid Achi. En estos momentos el propietario reclama en los juzgados a su hermano 2,2 millones por las rentas que ha dejado de abonar desde 2001 a 2007 a razón de hasta 25.000 euros al mes, mientras que Fred considera que se le tienen que devolver otros 1,3 por el mantenimiento y conservación del inmueble durante todo este tiempo.

La batalla judicial ha alcanzado dimensiones estratosféricas y los abogados han conseguido su objetivo. Es tal el lío que el Tribunal Supremo (TS) ha ordenado que el pleito vuelva a su punto de origen que se sitúa en el Juzgado de lo contencioso número 2 de Santa Cruz. Aquí se intentará dilucidar qué significa y qué alcance tiene la cláusula: “Podrá permanecer en las instalaciones durante un plazo razonable de tiempo” que se incluyó en el contrato firmado en 1997 entre los hermanos.

La familia Olsen llegó a figurar entre las más acaudaladas del mundo y sus negocios estuvieron entre los diez más prósperos de la Unión Europea (UE). Su división canaria, sin embargo, atraviesa dificultades desde 2008, momento en el que se tuvo que recurrir a inversores externos para compensar las pérdidas de casi 120 millones de euros que registraba el grupo y que iba a implicar la aplicación de un Expediente de Regulación de Empleo (ERE).

El origen del déficit parece radicarse sobre todo en el proyecto inmobiliario conocido como Pueblo Don Tomás, en La Gomera, una serie de chalets situados en los alrededores del Hotel Tecina, que pese a construirse en la época del boom inmobiliario no arrojó, ni mucho menos, los beneficios esperados. A partir de aquí inversores externos deciden inyectar dinero en el grupo y a estas alturas de la película se está aún a la espera de ver cuál será el resultado de la operación financiera. Fred pasó de ser director a consejero y su lugar ha sido asumido por su hermana, Annette mientras que el patriarca a sus 84 años sigue ejerciendo la presidencia. Aún mantiene la costumbre de visitar cada semana santa La Gomera.

Petter parece ser el personaje más singular de la saga. Aunque luchó en los juzgados por mantener su colección pictórica, lo cierto es que una vez que ganó la batalla judicial no tuvo ningún problema en vender el cuadro El Grito el pasado año por 91,2 millones de euros. La subasta tuvo lugar en casa Sotheby's, de Nueva York y supuso todo un récord en lo que se refiere a precio de venta de obra pictórica y que hasta entonces ostentaba el cuadro de Pablo Picasso Desnudo, hojas y busto vendido por 81 millones.

En realidad se trata de una de las cuatro versiones de El Grito y la única que, todavía, estaba en manos privadas. Y es que las otras tres están ubicadas en distintos museos de Noruega. Petter Olsen manifestó tras la subasta que el dinero lo iba a dedicar a crear un museo en honor al pintor en su pueblo, Hvitsten. No por casualidad, sus familiares ejercieron durante años de protectores, mecenas y amigos de Munch.

Como todo grupo empresarial de grandes dimensiones que se precie, Fred Olsen resulta inescrutable y es casi imposible conocer a ciencia cierta su dimensión y situación financiera real. En estos momentos son alrededor de mil los trabajadores que dependen de este entramado que además de varios barcos también mantiene inversiones sobre todo centradas en La Gomera, en hoteles, un campo de golf, casas rurales o el parque temático Pirámides de Güímar, en el sur de Tenerife.

Este último proyecto surgió de la mente del investigador Thor Heyerdahl, otro de los protegidos de la familia, quien elaboró la cuestionada teoría de que las construcciones de piedras allí exhibidas no eran amontonamientos casuales sino templos prehispánicos de adoración al sol. Eso sí, el estudioso, ya fallecido, nunca pudo concretar la antigüedad de las supuestas pirámides, ni quiénes las habían levantado. Pero al menos ha servido como parque temático para atraer a miles de turistas cada año.

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