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Jerónimo Saavedra medita en La Palma cómo atajar su segunda crisis

Jerónimo Saavedra es antagónico a José Manuel Soria hasta en el manejo de sus crisis internas. El segundo desbarató el jueves la suya en el PP con una sola semana de diferencia, sustituyendo los cargos de su ex lugarteniente Larry Álvarez por tres nombres de su plena confianza. Pero el alcalde socialista de Las Palmas de Gran Canaria es de los que prefieren tomarse su tiempo sin importarle lo más mínimo el desgaste.

En su casa de Mazo, entre visita y visita ?el retiro vacacional de La Palma es un clásico para sus amigos-, medita los nombres escritos en una invisible hoja de papel, entre ellos algunos concejales de su gobierno y algún posible fichaje del exterior para reemplazar a Carmelo Padrón, que eligió el día de los Santos Inocentes para abandonar la dirección municipal de Urbanismo. Por segunda vez en mes y medio, el alcalde monarca deja que se escandalice en la prensa antes de pronunciarse. Es su estilo, aunque le preocupe.

“Como siempre, tiene varias soluciones en la cabeza, pero no dirá nada por ahora”, afirma uno de sus colaboradores en el Ayuntamiento. “No sabemos nada, pero seguramente está manejando nombres de dentro, de su gobierno, antes que de fuera” para sustituir a Padrón, apunta otra fuente. “Perfectamente se puede decantar por un concejal si se mantiene Toñi García Carló [directora general de Planeamiento], porque dentro hay gente que puede hacerlo bien y que, además, quiere”, sentencia una tercera opinión, que incluso da por “inviable” que se intente repescar a Faustino García Márquez, director de la Agencia de Desarrollo Sostenible del Gobierno de Canarias, en quien ya se fijó el ex director de gobierno para ser su segundo en el Ayuntamiento hace sólo unos meses. “El alcalde no va a recurrir a quien ya dijo que no”, insiste la misma persona.

Pero Saavedra no sólo tiene en la cabeza eruditos del urbanismo o concejales fieles. Hay en su gobierno quien piensa que el alcalde no debe dejar escapar la oportunidad de atajar la crisis con una profunda remodelación de su equipo. El poco tiempo transcurrido desde que se inició el mandato juega en contra de esa tesis, pero es el segundo contratiempo que tiene desde el turbio enfrentamiento en su propio entorno, en noviembre pasado, entre la primera teniente de alcalde, Teresa Morales, y su jefe de gabinete, Miguel Ángel Sáiz, y en el exterior se vislumbra el caso Padrón como un síntoma de que su mandato hace aguas a las primeras de cambio. Y esa tendencia hay que cambiarla.

Aun así, desde la planta sexta del viejo hotel Metropol se subraya que las dos crisis están separadas por mucho que Padrón se haya puesto del lado de Morales en su litigio con Sáiz. “No tiene nada que ver. Es más, Carmelo le ha hecho un flaco favor a Teresa al marcharse porque es la persona más relevante de este gobierno que ha estado a su lado, y ahora la deja sola”, llega a afirmar una persona muy cercana a los contubernios de la Alcaldía.

Otra fuente de la misma procedencia reitera la versión oficial: “no hay más de lo que él ha dicho; se esperaba otra cosa cuando aceptó el cargo en el Ayuntamiento, estaba agobiado y ha explotado. Ya está”, dice casi enfadada otra persona consultada. El mismo informante destierra también cualquier diferencia con otro miembro del gobierno local, la concejal Nardy Barrios, con quien Carmelo Padrón tuvo un agrio y público enfrentamiento a finales de noviembre por la polémica de las antenas de telefonía.

También desde el PP se ha sostenido esa teoría en las últimas fechas, por aquello del desglose presupuestario entre las áreas de Urbanismo y Obras. “No, aquello se acabó allí”, esgrime el mismo portavoz. “No había problemas entre los dos y lo del presupuesto lo tenía muy claro el alcalde desde que empezó el mandato: primero hay que resolver las deficiencias en los barrios y luego, los grandes proyectos”.

Ajeno a estas deliberaciones, Saavedra medita desde Mazo cómo resolver el segundo de los cien enigmas que le esperan en su mandato por preferir el vertiginoso equilibrio de su gobierno en lugar de una estructura sólida, con una dirección política que fuese una prolongación de su experiencia. Conociéndolo, volverá después de Reyes con una decisión tomada, la escribirá en un trozo de papel y la divulgará de la forma más fría que pueda. Y cuando diez días después un periodista le pregunte, dirá que no pasa nada.

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