Los vecinos de Cho Vito se ponen en huelga de hambre
Un grupo de seis vecinos que ocupan las últimas nueve viviendas del poblado marinero de Cho Vito en el municipio de Candelaria acaban de anunciar que desde las 14.00 horas se han puesto en huelga de hambre indefinida mientras esperan la llegada “inminente” de efectivos policiales para obligarles a desocupar sus casas.
Estos propietarios tenían noticias desde las 12.00 horas de que el desalojo de las últimas nueve viviendas que permanecen en este enclave del municipio de La Candelaria en Tenerife se iba a producir a lo largo de esta misma tarde. Con todo ello se está poniendo el punto y final a uno de los capítulos más dolorosos de la aplicación de la Ley de Costas en Canarias.
Estos vecinos se mantenían atrincherados en sus residencias desde el pasado domingo al ser conscientes de que el desalojo iba a ser inmediato. Sin embargo, la incertidumbre era tal que no se les había notificado en ningún momento cuándo se iba a producir. La desesperación llegó al punto de que el portavoz de ese colectivo, Tomás González, dejó constancia pública de que desautorizaba que cualquier médico emprendiera medidas para rehabilitarlo en caso de que su decisión de no ingerir alimentos tuviera fatales consecuencias. Es la tercera huelga de hambre que han emprendido estos vecinos, una de las cuales se llevó a cabo en el año 2010 en la plaza de La Candelaria y duró 11 días.
Dado que ninguno de los afectados posee otra vivienda en cuanto se produzca el desalojo, si finalmente ocurre así en las próximas horas, el resto de los vecinos procederán a acampar en la plaza de La Candelaria frente a la Basílica en una medida que por un lado, el portavoz de los afectados justifica a que no tienen otro lugar donde quedarse y por otro con el fin de protestar ante su situación. Cho Vito saltó a los medios de comunicación internacionales cuando a finales de 2008 se procedió al derribo de cuatro de estas viviendas cuyos inquilinos se suponía que tenían otra residencia, lo cual ellos han negado. La demolición supuso un antes y un después en la aplicación de la Ley de Costas en la isla y demostró la cara más cruda de esta legislación. Aunque el desalojo se lleve a cabo hoy, los vecinos calculan que el derribo de estas últimas casas probablemente no se producirá hasta mañana o pasado mañana, por lo que la policía permanecerá vigilándolas durante toda la noche con el fin de que nadie vuelva a ocuparlas. “Tenemos constancia de que la policía está a punto de llegar en cualquier momento”, ratificó González.
En total eran 13 las casas que desde hace décadas se situaban en el litoral de Candelaria de las cuales cuatro fueron derribadas a finales de 2008 en medio de un tumulto que saltó a medios de comunicación, incluso de Europa. Posteriormente, se dejó en pie la de aquellos vecinos que no contaban con otra residencia a los que se les ha ido alargando el plazo pero sin darles una solución definitiva. El objetivo de la Dirección General de Costas y del Ayuntamiento ha sido el de construir un paseo que discurra por este enclave y por ello al tratarse de una actuación de interés general la legislación permite el derribo de las construcciones que se sitúen dentro del dominio público.
Mientras se llegaba al punto en el que este conflicto se situaba en el día de hoy estos vecinos han agotado todas las vías legales, jurídicas, negociaciones y protestas que han sido posible. Hace dos años permanecieron acampados durante varios días en la plaza de La Candelaria de Santa Cruz y en aquel entonces se les prometió que se les iba a ofrecer una vivienda.
En caso de producirse el desalojo en las próximas horas se cumplirá con el peor de los escenarios posibles a pesar de los compromisos y promesas que se les han dado durante todo este tiempo. El Supremo hace escasas fechas que ratificó que estas viviendas se encontraban dentro de dominio público y por lo tanto permanecían en situación de fuera de ordenación y podían ser derribadas en caso de que se ejecutara una actuación de interés público. González pidió responsabilidades penales en contra de todas las personas que tomaron la decisión de proceder a estos derribos a pesar de ser conscientes de que estaban cometiendo un error.