Pliza 21, la heladería de corazón italiano y alma canariona
A Massimo Bianco, italiano de nacimiento y canarión de adopción, me une una estrecha amistad desde hace más de una década larga. Cuando en ocasiones nos encontrábamos, me decía con su inconfundible acento y eterno buen humor: “Ciao Javi, tienes que venir a conocer mi heladería, a lo mejor hasta te gusta”. Siempre terminaba esa conversación con una carcajada. Hay veces que en nuestro trabajo, probando cosas nuevas y visitando casas, tienes a tu lado a alguien que está haciendo algo interesante, pero como lo conoces de toda la vida le prestas menos atención de la que se merece. Y eso nos pasa a todos en todos los ámbitos de la vida, o al menos eso creo yo.
El pasado 5 de enero empezamos un almuerzo en Tigot Gastro&Café y, por esas casualidades de la vida que surgen de manera espontánea, terminamos cumpliendo mi eterna promesa a Massimo Bianco: visitar en pleno corazón de Las Canteras, por la zona de la Peña la Vieja, su pequeña y modesta heladería Pliza 21. Y no han leído mal, se escribe pliza, con i, que en el logo él sustituye por un cono de helado donde la bola hace el punto y el cono la icónica letra.
Ese día me di cuenta de lo tonto que había sido dejando siempre para mañana la visita a la casa de ese amigo que ha abierto una heladería. En un entorno mágico y con un equipo que se desvive por atender al comensal y ofrecer lo mejor de sí mismo, Belén Ruffinelli pareja personal y profesional de Massimo, está atenta a cada detalle de su vitrina, el equipo se maneja como una orquesta perfectamente acompasada entre las mesas y los comensales. Los helados de Pliza 21 son cosa fina y muy seria.
De Ambrosía Tirma, jugando y ganando el mundial de chocolatinas. De melón, cantalupo y con toda su esencia. De Lotto, con esas galletas de canela que tanto aplaudimos cuando nos traen nuestro café o en forma de un struddel muy particular a base de manzana y canela, todos los helados de esta casa coinciden en algo que muchas veces se echa en falta, pureza y verdad. Los mismos saben a lo que son, sin bagajes ni medias tintas, ves que su calidad es premium cuando te lo estás comiendo en una copa y no se transforman en líquido mientras aguantan en todo momento su suavidad en cuchara y boca.
Massimo cuenta la historia de su familia. “Mucha gente en la isla no lo sabía, pero ya son varias las generaciones que me preceden en mi familia haciendo helados con las manos, en Trentino. Para ellos hacer helado es algo más que negocio, es una forma de vida y de hacer feliz a los que te rodean, eso lo he aprendido yo después de viejo”, confesaba entre risas. “Ahora en serio, he vivido mucho y de maneras muy distintas en mi vida, pero jamás me he sentido tan feliz como lo soy ahora, disfruto mucho buscando nuevos sabores, acercándome a productores locales con la intención de darle nueva vida a sus productos y viendo el brillo en los ojos de mis clientes, en muchos casos ya amigos”. Y eso se nota viendo como el brillo que él descubre en sus clientes me lo transmite a mí ahora con su mirada.
No solo helados se comen aquí. Sus crepes están causando sensación. “Son los que me hacía mi abuela, la masa la hago cada mañana y preparo según estimo que vamos a vender. Si hay suerte y el día va bien, me tengo que meter a hacer más. Si no, ya tengo parte de la cena”, continúa entre risas. Todas las semanas intentan tener al menos un sabor nuevo, jugar con los clientes para que no se aburran es una de las máximas de la casa, pero “hay sabores que no van a faltar nunca aquí como son la vainilla (de la familia), chocolate, Pistacho (del Bronte, los mejores) o el de turrón, pero después están los de temporada como son el de mango, tuno indio o incluso aguacate. Quiero adentrarme un poco más en sabores diferentes, tengo algo en mente con las uvas y el vino, por supuesto, de Gran Canaria, tan canarión como yo”. Y volvían las carcajadas.
Recientemente han inaugurado su segundo Pliza21, en esta ocasión en la Plaza Cairasco de Las Palmas de Gran Canaria. “Está siendo muy bonita la acogida aquí, tanto por los clientes y vecinos de la zona como por los compañeros que están haciendo un trabajo de restauración muy importante. Nos han hecho sentirnos muy a gusto y es un placer formar parte de esta mágica plaza. Las Canteras tiene el horizonte, aquí rezuma historia y como buen italiano que soy, ambas cosas forman parte de mí”. Ante algo así, poco más que añadir salvo desearles buena suerte a Belén y Massimo e invitarles a ustedes a conocer el brillo en los ojos de una pareja que disfruta regalando felicidad a quienes los visitan. “Javier, por favor, deja bien claro algo, agradece a todo mi equipo el trabajo que hacen. Sin ellos, nosotros no seríamos nada. Somos una familia en todos los aspectos, me siento muy afortunado por tener el equipo que tengo y me gustaría que eso quedara reflejado, tanto en Las Canteras como en Cairasco”. Dicho queda y ya les invito a que los visiten en La Playa de Las Canteras a la altura de la Peña la Vieja o en la Plaza Cairasco. Por cierto, sus helados viajan de maravilla y se conservan de película en los congeladores caseros, algo que otros no consiguen y que suma un valor añadido al disfrute.
Si les apetece pueden seguirnos en Facebook, Instagram y Twitter bajo los nicks de @porfogones y @alahoradecomer.
1