Sarang, el restaurante que une Corea y Europa a través de sus sabores

Henning y Ji-Un.

Javier Suárez

Las Palmas de Gran Canaria —

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El restaurante Sarang está ubicado en la capital grancanaria, muy lejos de los núcleos gastronómicos donde se sitúa físicamente la mayor parte de la oferta gastronómica reconocida de la isla. Su sala tiene capacidad para acoger a casi 40 comensales, pero sus propietarios se han marcado un límite de menos de la treintena para poder ofrecer el servicio de la manera impecable que desean, tanto en tiempos de servicio como de cocina.

Al frente del negocio, un matrimonio conformado por una mujer coreana afincada en Gran Canaria desde los 10 años, Ji-Un, formada en Hecansa y que se encarga de la sala. Y su lado, la parte centroeuropea de esta fusión, Henning Malinowski, alemán de nacimiento y cocinero muy viajado por el mundo pero con unas raíces muy claras con la isla de Gran Canaria, donde ha formado parte de grandes de las propuestas gastronómicas en el sur de la isla.

Este negocio nació de la necesidad del matrimonio por levantar el sitio de sus sueños. “Estuve decorando y montando el restaurante tres meses con mis manos, no teníamos dinero para contratar a mucha gente” dice Henning al tiempo que Ji-Un confiesa que se vinieron“a esta calle porque el alquiler era mucho más asequible de los que nos encontrábamos en otras partes de la ciudad. Siempre habíamos tenido claro que queríamos a un cliente que viniera a nuestra casa porque le interesara nuestra propuesta y por ello la ubicación no fue un problema para nosotros. De hecho, con el tiempo creo que esto se ha convertido en virtud y en un punto a favor”. De resaltar que nos encontramos ante un negocio tremendamente familiar donde la cocina está en manos exclusivas de Henning, que trabaja la gran parte de los servicios completamente solo, y en la sala el mando lo tiene Ji-Un, formada en Hoteles Escuela de Canarias (Hecansa).

Sobre el menú de Sarang, uno entiende muy bien lo de cocina de fusión nada más leer la carta y ver la espléndida selección de vinos que maneja su bodega. El gambón rebozado con mayonesa de wasabi es la perfecta declaración de intenciones entre ambas cocinas, cosa que se reafirma con un steak tartar al estilo coreano, donde partiendo de una parte de la vaca tan untuosa como es la cadera, el aliño coreano eleva la experiencia en cada uno de sus bocados, todo ello coronado por el toque original de unas alcaparras fritas que aportan crunch al bocado.

Delicioso también el matrimonio conformado por unas Vieiras con lardo ibérico y espuma de papa ahumada.

El pulpo, de una impecable cocción, se beneficia de los contrastes en texturas y sabores que le impregnaban el puré de batata con curry de Jaipar y unos falsos tallarines de hinojo. Olvidable y el plato menos redondo sería el pollo de corral crujiente al estilo coreano. Y no porque esté malo, que no lo está, sino porque no consigue destacar en nada alrededor del resto de bocados que van saliendo de la cocina, incluso su punto de crujiente que se destaca en el nombre del plato, no termina de ser tal a causa de la salsa que lo envuelve.

Pero sin duda alguna hay dos platos que marcan la diferencia dentro del menú que probé. Por un lado, el famoso Bibimbap Coreano, plato consistente y potente donde se aúnan arroz, verduras, carne y huevo, pero que aquí aparece tocado por la excelente escuela del chef, que usando verduras frescas, cambiando el frito del huevo por la cocción a baja temperatura y terminando por la excelente carne utilizada, lo convierten en el mejor que me haya comido nunca en la capital grancanaria.

Y como broche de oro, un plato que sin duda refleja a la perfección lo que Sarang quiere significar como concepto en su búsqueda de la fusión de dos culturas como son la oriental y la occidental: Tosta de brioche con bulgogi. Para los profanos en la materia, el bulgogi es un estilo de marinar la carne en Corea a base de salsa de soja y pera, lo que aquí el chef posiciona sobre un pan brioche casero, una perfecta salsa holandesa con toques de chili, foie de ajo encurtido durante un año que lo convierte en pura golosina, toda esta atrevida mezcla en un bocado sublime.

Cuando le decía a Ji-Un lo que me transmitía este plato ella confesaba con brillo en los ojos que “fue una idea de Henning a la que yo no le daba credibilidad en palabras, pero cuando lo terminó de crear y me lo dio a probar, no podía dar crédito al resultado final. Tú y mucha gente me dicen que esto es Sarang, pero a nosotros nos gusta decir que es OsKarang (conjugando el nombre de nuestro hijo con el del restaurante)”.

Como postre, una impecable creme brulée de maracuyá y todo ello maridado por sake en lugar de vino, y eso que la carta de vinos es tremendamente interesante con propuestas canarias, nacionales e internacionales al alcance del comensal.

La visita a este restaurante me ha reafirmado en dos sensaciones que tenía y sobre las que me comprometo a insistir e indagar durante este 2020. La primera de ellas es trabajar duro a la hora de poder acercarles restaurantes de poco renombre popular en las islas pero que se merezcan voz y alcance gracias a sus propuestas. La segunda de ellas es intentar dejar pasar un tiempo prudencial antes de visitar una casa, por mucho que siempre queramos ser los primeros en contar la novedad, ya que si los grandes guisos se cocinan a fogones lentos, no seamos nosotros los que le pongamos la inducción y estropeemos el tiempo que necesitan para llegar a su punto óptimo.

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