Nuevas fórmulas laborales: la figura del nómada digital

El empresario Antonio G. Trabajando en Luxor, Egipto. (Laura Morales).

Laura Morales

Gracias a la tecnología, la digitalización del trabajo avanza a un ritmo constante. Con ella, se ha abierto un abanico de nuevas formas de trabajo y de posibilidades para crear empresas online, gestionar equipos de forma remota y reclutar a los mejores talentos internacionales desde cualquier punto del mundo. De forma paralela, crece el rechazo al concepto ordinario de empleo, atado a horarios, espacios geográficos y que reprime la creatividad del trabajador. El llamado trabajo de “9 a 5” – relacionado con el horario ordinario de una oficina – tiene, para muchos, los días contados. 

En este contexto, se está consolidando la figura del trabajador freelance. De hecho, el Foro Europeo de Profesionales Independientes (EFIP en inglés) destaca que el número de trabajadores independientes en la Unión Europea aumentó un 24% entre 2008 y 2015, de siete a más de nueve millones de personas. Las tendencias globales indican que esta cifra seguirá en aumento y que evolucionará hasta dotar al trabajador freelance de nuevos matices. En esta vorágine de cambio, donde el trabajador toma cada vez más consciencia de sus necesidades y de sus expectativas a la hora de conciliar el trabajo y su vida privada, ha surgido, desde hace unos años, el concepto de nómada digital. 

Los nómadas digitales son profesionales muy cualificados que han decidido llevar un estilo de vida itinerante, viajando de forma constante mientras realizan su actividad laboral desde cualquier punto del planeta con conexión a internet. Si tuviéramos que acotar su perfil, son profesionales de entre 20 y 35 años y con una profesión relacionada con el entorno digital: marketing, comunicación, diseño gráfico y programación web suelen ser las ocupaciones más frecuentes. Sin embargo, actualmente podemos encontrar trabajadores remotos que ejercen como agentes comerciales o de atención al cliente e, incluso, como psicólogos a distancia, que han logrado darle una vuelta a su profesión para poder realizarla desde cualquier lugar del mundo. 

“Yo siempre subrayo que ser nómada digital es mucho más que ir a Bali, ponerte el bikini y trabajar en la playa. Primero que nada, porque eso no es posible; te da el reflejo del sol y no ves nada”. Al igual que Cristina Torres Fernández, co-founder de Nowmada, portal de empleo remoto con ofertas para nómadas hispanohablantes, son muchos los que piden que no se idealice su trabajo. Tras esa imagen, hay años de trabajo y de desarrollo profesional motivados por diversos factores.

En el caso de Cristina, desde muy joven sintió la necesidad de viajar y trabajar fuera. Así, estudió y trabajó en el Reino Unido, Estados Unidos y México antes de plantearse ser nómada digital. Su punto de inflexión fue la visita a una amiga suya en Indonesia, donde ésta se encontraba trabajando en remoto para una compañía australiana: “Yo tenía hasta ese momento la dinámica de trabajar y ahorrar para poder viajar, y vi que ella estaba haciendo ambas cosas. Decidí que yo también quería eso”. 

A partir de este momento, mucha dedicación para enfocar su perfil hacia un empleo remoto. En el camino, dos grandes obstáculos: el idioma y la nacionalidad. “La mayoría de ofertas de trabajo están destinadas a angloparlantes y gran parte de éstas a trabajadores con nacionalidad estadounidense o canadiense. En ocasiones, es difícil que una empresa americana confíe en ti de forma remota. Yo tengo la suerte de que soy bilingüe”. Por este motivo, decidió lanzar su web, con el fin de agrupar en un solo espacio todas las ofertas destinadas a hispanohablantes y facilitar así el proceso para los nuevos nómadas. 

“Yo al comenzar pensaba que me iba a morir de hambre” admite Valen Correa, CEO de la agencia de marketing Comando-T y creadora de la web nomadadigital.org, la mayor comunidad de trabajadores remotos de habla hispana. Su andadura comenzó hace tres años, cuando empezó a trabajar de forma remota para diferentes clientes desde Berlín: “El primer año fue de comenzar a trabajar y empezar a creer que el proyecto podía salir bien. El segundo año fue de matarme a trabajar, también coincide con la creación de la web y de la agencia. Me vi viviendo con mi sueldo como freelance pero sin tiempo para mis cosas […]. Por eso al tercer año fue cuando decidí irme de viaje de forma ininterrumpida”. 

Esta profesional del diseño y del marketing destaca también el trabajo que hay detrás de cada nómada digital, y bromea sobre las expectativas que suelen tener los que la rodean sobre su estilo de vida: “La gente piensa que estás sentado en una playa con un ordenador, un mojito y generando ingresos pasivos. Pero lo cierto es que trabajamos mucho”. También han de hacer frente a algunas situaciones adversas, como una caída de conexión inesperada que hace inviable el trabajo, la difícil gestión de equipos a distancia o la gran diferencia horaria entre ellos y sus clientes. Por motivos operativos, gran parte de los nómadas digitales viajan muy lentamente y pueden pasar largas temporadas en un solo destino. 

Por este motivo, tanto Valen como Cristina creen que no todos los trabajadores podrían lanzarse al nomadismo digital, ya que requiere altas dosis de responsabilidad, organización y, sobretodo, una gran capacidad para solucionar problemas de forma rápida y efectiva. Aunque, como dice Cristina, muchas personas se acogerían a este modelo de trabajo si pudieran planteárselo: “Yo siempre he pensado que si le dieran esta oportunidad a gente que está cobrando sueldos mileuristas y están obligados a trabajar en Madrid y en Barcelona, muchos lo intentarían. De forma remota, a lo mejor se plantearían trabajar desde un pueblo de la sierra de Granada, donde con su sueldo pueden disfrutar de una calidad de vida mayor y ofrecer el mismo trabajo. No hace falta irse a un lugar exótico para trabajar de forma remota”. 

Para ambas, la evolución natural de sus carreras ha estado marcada por la búsqueda de una mayor libertad para realizar su trabajo, unida a su pasión por viajar. Un caso diferente ha sido el de Antonio G., blogger revelación de 2015, que en 2014 decidió focalizar todos sus esfuerzos en crear la fórmula perfecta para dar la vuelta al mundo y vivir viajando.

En solo tres años, este blogger de viajes se ha posicionado como un experto de negocios online, siendo un reconocido formador de nómadas digitales y de nuevos empresarios. Su caso de éxito es su principal activo: ha pasado de facturar cero euros a una media de casi 30.000 euros mensuales en 2017. ¿Utopía? Simplemente hay que echar un vistazo a sus cuentas, que publica de forma regular en su plataforma Inteligenciaviajera.com. 

El secreto de su fórmula no difiere del de otros nómadas digitales, aunque en su caso la inversión en formación ha sido de vital importancia en todo su recorrido: “El ser un caso de éxito o un influencer no te exime de la responsabilidad de querer ser mejor que ayer, por lo que seguir buscando personas que saben más que yo para aprender de ellas se ha convertido en una obligación muy satisfactoria. Tengo alumnos y tengo maestros. A medida que sigo avanzando en mis aprendizajes mis alumnos también se convierten en maestros de otros, completando un círculo en el que todos nos nutrimos y caminamos juntos”. 

Su meta actual es la de seguir reduciendo su jornada laboral, que se sitúa entre las 80 y 100 horas mensuales, para tener más tiempo para viajar y sin que pase factura a los resultados de su negocio. Una tarea estoica para alguien que cambia de residencia cada dos semanas, un ritmo que muchos nómadas no pueden seguir. La clave, según Antonio, pasa por automatizar procesos y delegar tareas.   

Sus herramientas de organización son las mismas que una compañía ordinaria: programas de gestión de proyectos y de gestión de tiempo. “Las herramientas son las mismas que puede utilizar cualquier tipo de empresa. Anteriormente, yo estaba en una compañía de miles de trabajadores y muchas de las cosas las hacíamos por correo, porque tú no estás sentada frente a todas esas personas. Es más, la gran parte del equipo que yo gestionaba estaba en Colombia. Entonces ¿cuál es la diferencia?”, sentencia Valen Correa, que actualmente gestiona su agencia con un equipo 100% remoto.

El mercado hispano, reticente a dar el paso decisivo

Pese a que en el mercado anglosajón el trabajo remoto ya se contempla como una solución viable para los trabajadores, este cambio todavía no ha terminado de cuajar en el mercado hispanohablante. Cristina lo achaca a la necesidad de un cambio de mentalidad por parte del mundo empresarial, ya que los resultados de un trabajador se suelen medir por el número de horas que dedica a una tarea y no por su productividad real. 

Además, según Valen Correa, en el mercado español se sigue valorando que el trabajador se encuentre geográficamente cerca de la empresa, mientras que el mercado anglosajón y en Latinoamérica cada vez se tiene más en cuenta el expertise del trabajador. O lo que es lo mismo: las empresas prefieren gestionar equipos a distancia con los mejores talentos mundiales de su sector, a los que posiblemente no tendrían acceso en su país. Un ejemplo de ello es la empresa americana Automattic, cuyo equipo, que engloba a profesionales de todo el mundo, es el encargado de crear soluciones para desarrollo web como el archiconocido Wordpress.com.

Sin embargo, ella no tuvo tanta suerte cuando, hace tres años, le planteó a la empresa para la que trabajaba la posibilidad de realizar su jornada laboral en remoto: “Mi jefe me dio una respuesta que siempre recordaré: si sé que contigo no habría problema, pero sino todo el mundo pediría lo mismo. Y mi pregunta es: ¿por qué eso sería un problema?”. 

La experiencia de Hanna Kilpinen, Former media planner en la compañía finlandesa Toiner PHD, fue muy diferente. Lleva viviendo en España desde hace casi dos años, momento en el que le planteó a su empresa la posibilidad de trabajar en remoto. Su experiencia demuestra que la relación con los superiores no tiene por qué resentirse, tampoco la calidad del trabajo: “(ahora) la confianza es más fuerte y ambas partes nos hemos dado cuenta de que se pueden llevar a cabo proyectos complicados desde fuera fácilmente”. Los clientes, por su parte, tampoco han puesto pega a su nueva forma de trabajo a distancia.

Retención de talentos frente a la fuga de cerebros

“El mercado hispanohablante tiene mucho talento que ha estado hasta ahora muy mal pagado y muy maltratado”, afirma Cristina, que advierte que si no se dan soluciones a estos profesionales “la fuga de talento va a ser virtual, pero va a ser una realidad”. Con el fin de retener el talento, ya hay algunas empresas en nuestro país que poco a poco están introduciendo novedades que permitan una mejor conciliación de la vida privada y laboral para el trabajador. Así, es cada vez es más frecuente encontrar casos como el de Carlos Rodríguez Tomás, Senior strategist consultant para The Hunter.  

Esta consultoría de marketing tiene su base en Cataluña, mientras que Carlos desarrolla su actividad desde la capital madrileña. Su jornada es de 40 horas, como cualquier otro trabajador. La diferencia reside en que su espacio de trabajo va cambiando según sus necesidades:  Al despertarme tengo el ordenador conmigo y puedo empezar pronto e ir avanzando cosas. Luego puedo parar para desayunar, irme a la oficina a trabajar desde allí, o quizás desde una cafetería, volver a casa para comer, etc. Soy una persona muy inquieta y me gusta que mi espacio de trabajo vaya cambiando. […] En general, siento que tengo mucha autonomía de mi tiempo y de mi vida“, confirma. 

Hoy en día, son tres personas del equipo las que trabajan desde este espacio de Madrid o desde cualquier parte del mundo, una actividad que la compañía potencia entre sus empleados. De hecho, parte del salario de cada trabajador es una bolsa de dinero para viajar a donde ellos elijan. Toda una declaración de intenciones.

Estonia, referencia en Europa

Pese a que la tendencia global apunta a que los trabajadores remotos son una categoría laboral que seguirá en auge, los gobiernos no se lo están poniendo fácil a aquellos que deciden emprender sus negocios online o convertirse en nómadas digitales. 

“El sistema de negocios y la administración española son muy poco amigables para pequeños emprendedores y freelancers. Entre la cuota de autónomo y la elevada presión fiscal, nos encontrábamos trabajando muchísimas horas para poder sobrevivir”. Este es el caso de Miguel Piñas Rodríguez, CEO en WoloWeb, y de Ignacio Nieto Carvajal, CEO en tuempresaenestonia.com, dos españoles que cuando vieron que cerraban el Hub donde trabajaban en Madrid, decidieron hacer las maletas y marcharse a Letonia. Una vez allí, les hablaron de las ventajas para emprendedores que podían encontrar en otro de los países bálticos, Estonia. Y no dudaron en convertirse en “ciudadanos” de este país. 

¿El motivo? Muy sencillo. Desde 2014, la república báltica es el primer país de Europa en poner en marcha la residencia electrónica, llamada e-resident, una categoría de afiliación digital con la que ya ha atraído a más de 35.000 ciudadanos de todo el mundo, especialmente a emprendedores y freelance. La principal ventaja es que el cien por cien de los trámites burocráticos y fiscales pueden realizarse de forma telemática: desde el pago de impuestos al gobierno hasta las gestiones más complejas con tu banco. Gracias a estas ventajas, ambos han decidido dar un paso más y trasladarse, a finales de año, a Tailandia, que acoge en Chiang Mai al mayor Hub de nómadas digitales de todo el mundo.

Aunque no todo lo que brilla es oro, ya que aún hay ciertas trabas: “Está el tema de la fiscalidad, que es compleja, aunque es cierto que está a años luz de otros sistemas fiscales, partiendo de la base de que ellos entienden que hay una persona que puede trabajar moviéndose por el mundo y no tiene residencia fija; para el resto de gobiernos esto ni existe.” apunta Valen Correa. Así, los nómadas digitales se encuentran con contradicciones fiscales según las leyes de su país de origen y Estonia, lo que da a lugar, en ocasiones, a asumir una doble fiscalidad. 

Además, han perdido la cuenta de las anécdotas que tienen con la administración y la burocracia: “Por ejemplo, en la oficina de Granada, yo di la noticia a los empleados de que había una nueva ley de impuestos digitales. […] Los nómadas digitales estamos en una dimensión paralela al mundo real que la gran mayoría de personas desconocen por completo”, sentencia Antonio G, que aún así pudo formalizar la sociedad de su empresa mientras se encontraba entre Malasia, Singapur, Filipinas y Taiwán. 

Como vemos, los trabajadores remotos, y en particular los nómadas digitales, son una comunidad joven de profesionales muy preparados y con una clara actitud emprendedora. En definitiva, un turismo muy atractivo que muchos países querrían atraer. Su figura, además, podría ser la solución para afrontar la despoblación de los pueblos o la falta de oportunidades existente en muchas regiones del mundo. Pieter Levels, empresario y gurú estadounidense del nomadismo digital, predijo en 2015 que habrá más de mil millones de nómadas digitales en todo el mundo en 2035. ¿Estamos ante una cifra exorbitada o hacia el futuro del mundo laboral? Dependerá en gran medida de que los gobiernos y las compañías realicen un cambio de mentalidad y emprendan el necesario camino de la transformación digital.

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