La refundación eterna de CC

Fernando Clavijo (c), acompañado por los candidatos al Congreso y al Senado durante el acto de inicio de la última campaña electoral.

Salvador Lachica

Santa Cruz de Tenerife —

El 20 de noviembre de 2011, cuando Coalición Canaria cosechó los peores resultados de su historia en unas elecciones generales, Ana Oramas afirmó que ese mismo día comenzaba la refundación del nacionalismo canario. Cuatro años y un mes después, tanto Oramas como los principales dirigentes del partido, apelan al mismo vocablo tras constatar que, con respecto a 2011, las urnas les han recordado que cualquier tiempo pasado fue mejor.

“Este resultado supone una reflexión de los nacionalistas canarios, tenemos que dar respuesta al nacionalismo que necesita esta tierra, tenemos que reflexionar qué estamos haciendo y qué tenemos que hacer”.

Aunque lo parezca, estas declaraciones de la cabeza de lista de CC al Congreso y única diputada de su formación tras las elecciones del 20 de diciembre de 2015 no se efectuaron la noche de marras, sino cuatro años antes, antes de que se recontara el 100% de los votos del 20-N.

Sin embargo, y como quien de pronto ha visto la luz, los principales dirigentes del llamado moderno nacionalismo canario han demostrado en el último mes que, o bien no tienen la más mínima memoria o bien consideran que no la tiene el resto de canarios.

Un mantra que se repite batacazo electoral tras batacazo electoral y que se demuestra porque después de quedarse con un solo diputado en las pasadas elecciones generales, que han conformado un Congreso de los Diputados llamado a ser el más breve de la historia democrática, Francisco Linares, alcalde orotavense, dirigente insular y regional de CC y candidato a senador el 20-D, proclamó tras quedarse sin el acta en la Cámara Alta que “es hora de llevar a cabo una refundación integral porque hemos perdido muchos votos y ha cambiado la forma de hacer política”.

Linares se hacía eco así de otras voces autorizadas del nacionalismo, como el presidente del Partido Nacionalista Canario (PNC), Juan Manuel García Ramos, o del histórico dirigente de AHI-CC, Tomás Padrón, que habían avisado del peligro de desaparición de CC si no lograban conectar con las nuevas generaciones, más volcadas en los emergentes.

Tras Linares, el secretario general de CC, José Miguel Barragán, afirmaba en una entrevista que van a hacer “una refundación sin líneas rojas, estamos dispuestos a todo, pues debemos repensar, hacer un debate crudo y abordar los cambios que nos demanden militantes y votantes” e, incluso si fuera menester, cambiar de siglas y de nombre.

Y aunque parezca una declaración muy radical y novedosa, el informe Canarias 20 elaborado en 2014 como hoja de ruta de la refundación nacionalista anunciada en 2011, ya recogía la posibilidad de repudiar las siglas CC en favor de las bendecidas PNC. ¿No se acuerda Barragán o, por el contrario, ahora si ven las orejas al lobo y creen que es hora de llevar a la práctica la teoría hueca que han estado poniendo desde 1993 en los titulares de prensa?

¿Es hora, como ha dicho el diputado Mario Cabrera, de “levantar losas”, “sacar del sopor” a la organización y “agitar CC”? ¿O simplemente son nuevas reflexiones de cara a la galería para que nada cambie y todo siga igual?

Ignacio González, el primero

El pionero en esto del repensamiento eterno de CC fue el ahora en paradero desaparecido Ignacio González, presidente del Centro Canario Nacionalista (CCN), que en 2004 solicitó una reunión urgente de todos los partidos políticos de CC para “refundar” la federación, tras los malos resultados obtenidos por Coalición Europea, formación política en la que estaba integrada CC en las elecciones a la Eurocámara de aquel año.

¿Su argumento?: “Ahora tras las elecciones europeas, ya no hay más excusas para reunir urgentemente a los partidos integrantes de Coalición Canaria y rediseñar, en vista de los desastrosos resultados electorales, la estrategia política de la coalición, sus propuestas e incluso sus candidatos”.

Once años y medio después, todo parece indicar o que no le hicieron caso o que el rediseño no fue acertado. Que se sepa, lo único que se hizo después de eso fue romper definitivamente con Román Rodríguez en 2005 y tampoco mejoraron los resultados electorales en cada una de las citas a las urnas en las que se ha embarcado CC desde ese momento. Eso sí, como siempre ha habido un presidente nacionalista al frente del Gobierno de Canarias, ese hecho ha servido como bálsamo o amnesia para calmar a los repensadores refundidores.

Lo cierto es que los representantes del llamado nuevo nacionalismo canario, en sus diferentes experimentos políticos, no se han apeado del Gobierno regional en 28 de los 32 años que pronto va a cumplir la autonomía canaria. Quizás esa sea la clave de que nunca terminen de creerse lo de la refundación, pues CC se formó desde el poder en 1993 y no ha tenido que transitar por el desierto que supone la oposición, que es lo que realmente permite la regeneración y el reciclaje de una organización política.

Con todo, no hay que negar que la actual CC no tiene nada que ver con aquella Federación Regional de Agrupaciones Independientes de Canarias (Fraic) que en 1984 se constituyó en el germen. Ni siquiera con la primigenia sopla de siglas que confluyeron en 1993 en una coalición electoral de partidos canarios de ámbito no estatal presentes en el Parlamento durante la III Legislatura que, previamente, habían presentado una moción de censura para desbancar al socialista Jerónimo Saavedra por Manuel Hermoso.

El V Congreso

No. En estos años de enquistamiento en los bancos azules se ha progresado hacia una gran organización de carácter regional que no termina de cuajar, ni siquiera tras el complicado V Congreso Regional celebrado en 2012, que supuso el primer aldabonazo de los entonces críticos (hoy oficialistas) al entonces máximo líder de CC: Paulino Rivero.

Pese a los intentos de aquel cónclave por cambiar el meollo del cogollo de CC, lo cierto es que el espejismo de la organización regional sigue descansando sobre equilibrios basados en el peso electoral y político de cada partido a nivel insular. Esta aparente regionalización esconde, por tanto, que el verdadero poder de CC sigue siendo el de cada una de las formaciones que dominan una organización insular, e incluso local, como lo demuestra que el pacto en cascada suscrito con el PSOE en 2015 siga cascado en varios municipios sin que la dirección regional pueda enmendarlos. Algo que, por ciento, también le sucede a los socialistas.

Con todo, ese dramático V Congreso, en el que un golpe de estado interno estuvo a punto de costar el liderazgo a Rivero (una crisis que se cerró con su derrocamiento por Fernando Clavijo en 2014), sirvió para que los nacionalistas pusieran en marcha una línea de trabajo para formular las nuevas políticas que presentar a la sociedad canaria, en la segunda y tercera década del siglo XXI, con el fin de poder reinventarse.

'Canarias 20' o el adiós a CC

Un documento encargado a las universidades de La Laguna y Las Palmas de Gran Canaria bajo el título Canarias 20. Tendencias económicas y sociales en Canarias y que, posteriormente, se abrió a la aportación de la militancia y simpatizancia.

El análisis fue elaborado por diez profesores dirigidos por Urbano Medina, catedrático de Economía Financiera y Contabilidad y ex alto cargo del Gobierno canario con CC, y planteaba cambiar la marca con la que se ha conocido el partido en las dos últimas décadas: “CC debe cambiar de nombre pero a través de una reflexión colectiva y un debate interno en los órganos competentes”.

Pero no solo hay que cambiar la marca de fábrica, sino que hay que modificar “el perfil del liderazgo en CC” porque se consideraba que “no es suficiente la buena persona y conocida por todos” o, lo que es lo mismo “no puede ser que la vara de medir sea el grado de populismo del dirigente político de CC”. El liderazgo se construye con mucho trabajo, carisma y tiempo, el que visto lo visto no tiene Clavijo.

El documento aportaba más recetas, que a tenor de lo que dicen ahora desde Linares a Cabrera, pasando por Barragán o García Ramos, no parece que se aplicaran hace dos años. Entre ellas, y en un momento de desafección ciudadana que ha sido canalizado en las urnas en mayo y en diciembre se proponía “actualizar” diversas cuestiones ideológicas internas y “adaptarlas al nuevo pensamiento político, generando opinión y una posición no sólo sobre los grandes temas de Canarias, sino de España”, sobre todo porque “las redes sociales y las nuevas formas de comunicación” pueden incorporar al debate interno “no sólo a militantes sino a personas que tengan alguna afinidad”.

Abandonar la indefinición

Y es que para los analistas hay que acabar con el ombliguismo inherente al nacionalismo. Y lo expresaban con contundencia: “CC debe centrarse en una posición en el eje ideológico izquierda-derecha, ya no cabe la indefinición y que sólo lo que nos importa es Canarias, los ciudadanos exigen a CC como partido una posición política en los grandes temas y esto se hace con unos fundamentos ideológicos, así funciona la política”.

El poder desgasta, y CC está desgastándose ininterrumpidamente durante 23 años. Todo parece indicar, por el dictamen de las urnas y por lo que los principales dirigentes dicen en los medios de comunicación, que si hay que refundar CC es porque no han asumido en su momento que está inmersa en un cambio de época y al final de un ciclo y que si no se readapta es posible que al final pase lo que tanto se teme: ser prescindibles en Canarias y en el Estado para conformar una mayoría de gobierno.

Si eso pasa, entonces si que habrá que refundar CC desde las cenizas y los restos de la 'canibalización’ interna que sucederá inmediatamente después al quedar constatado que practicando el poder desde el Poder no supo consolidar una estructura real de partido en toda Canarias sustentado en las bases y no en los cargos orgánicos.

Etiquetas
stats