El acoso laboral: la “tortura del gota a gota” que sufre un 13% de la población española

Acoso laboral.

Natalia G. Vargas

Las Palmas de Gran Canaria —

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“Me despertaba a las cinco de la mañana como si estuviera en una trinchera y fueran a empezar los tiros en segundos. Le daba vueltas a cuál sería la siguiente jugada, por dónde te clavarían una nueva puñalada o cómo te obstaculizarían en la próxima reunión”. Arturo Boyra es uno de los siete científicos que abandonaron el proyecto de costas sostenibles del Gobierno de Canarias, Ecoáreas-MarDeTodos, por “sufrir abusos de poder”. Su paso por esta iniciativa lo convirtió en una de las personas que componen el 13% de profesionales que sufren acoso laboral en España, según datos aportados por el psicólogo especialista Iñaki Piñuel y autor del libro Las 100 claves del mobbing. Detectar y salir del acoso psicológico en el trabajo. Encontrar buen asesoramiento sanitario, psicológico y jurídico fue determinante para que Boyra entendiera lo que le estaba sucediendo y así poder recuperarse, aunque las secuelas aún persisten.

El desconocimiento sobre este fenómeno “destructivo y desgarrador” unido a las dificultades laborales, a la temporalidad de los contratos y al miedo a perder el puesto dibujan un contexto difícil para quienes, sin darse cuenta, son ninguneados y hostigados de forma reiterada en su trabajo. La psicóloga especialista Luz Arrebola explica que existen tres grandes formas de ejercer el mobbing: de forma horizontal (entre propios compañeros), vertical (desde el jefe hacia el equipo) o, en muchos menos casos, desde la plantilla hacia los superiores. Para detectar los comportamientos que prueban que se trata de un caso de acoso laboral debe tenerse en cuenta la repetición en el tiempo del daño producido. “Un encontronazo puntual con alguien del trabajo no es acoso”, explica Arrebola. “Nada es claro ni explícito, sino sutil. Nadie está dispuesto a que socialmente se vea con claridad lo que está haciendo y se intenta ocultar”, añade.

Otra de las incógnitas a resolver es cómo te hace sentir la situación laboral, señala Arrebola: “Se suele sentir agotamiento físico e intelectual, no paras de darle vueltas a la situación que vives. Cuando lo descubres sientes tristeza, enfado e impotencia”. Boyra recuerda su experiencia como “la tortura del gota a gota”. “Vi peligrar mi vida familiar y mis amistades. Descubrí la anedonia, es decir, no disfrutaba de la comida, de una película, de nada”. Una de las secuelas es el estrés postraumático, aunque muchas personas que sufren acoso no arrastran esta consecuencia. En su caso, el mobbing se fundamentaba en crear problemas que luego se le achacaban, en aislamiento y bloqueo de sus aportaciones. El desgaste personal y profesional así como el sentimiento de culpa son otros de los síntomas del acoso laboral.

Boyra destaca “el lenguaje paradójico de su acosador”, un compañero con el que compartía el liderazgo del proyecto y cuya intención era “tutorizarlo en solitario”: “En público me hacía alabanzas y en privado me saboteaba”. Después de un año, ya ha logrado reinsertarse en el mundo laboral, y su experiencia le ha empujado a hacer un llamamiento a las instituciones sobre la importancia de prevenir el bullying: “Si una persona adulta y con una personalidad construida puede ser destruida, en el caso de los niños es mucho peor. Si hay algún indicio de acoso escolar, debe investigarse hasta el final”.

“La Justicia aún no entiende el mobbing”

mobbingEl hostigamiento que sufrió el divulgador fue a través de correo electrónico. Mensajes que, cuando interpuso la denuncia, tuvo que volver a leer. “Era terrorífico tener que recordar esas gotas, describirlas, recogerlas y ordenarlas”, revela. “Cuando se le pide a una persona que denuncie, hay que tener claro que se le está pidiendo que rememore todo lo que ha sufrido”. El científico, además, recuerda que, al igual que sucede en la violencia de género, en ocasiones se intenta convertir a la víctima en culpable con frases como “algo habrás hecho” o “son cosas tuyas”.

“Para poder denunciar hay que estar en una fortaleza psicológica que se ha perdido, y además se siente una enorme indefensión. Lo ideal es que la gente denuncie, pero el sistema judicial no está todavía maduro para poder entender los casos”, afirma Boyra. Asimismo, la psicóloga añade que una persona ha sufrido mobbing desea que “esto acabe pronto”, e iniciar un procedimiento judicial implica alargarlo todo. “Demostrar el acoso es difícil, pero es más sencillo trasladar que la empresa no ha cumplido con sus obligaciones de velar por el bienestar de los trabajadores y prevenir los riesgos laborales”, indica.

El tiempo de recuperación de una víctima oscila entre uno y dos años, y puede prolongarse hasta cinco si no se trata. “Depende de en qué fase se identifique el caso, por eso es tan importante buscar ayuda profesional”, cuenta Arrebola. Por otra parte, cuando una persona logra salir de esta situación, “no puede volver de inmediato al mundo laboral”. Boyra ha logrado reinsertarse en el trabajo, y su experiencia lo ha dotado de una mochila de conocimientos suficientes como para identificar y prevenir nuevos abusos de poder. El psicólogo Iñaki Piñuel reivindica que los profesionales deben tener claro que “ser ninguneado no entra en el sueldo”, y defiende que el foco debe ponerse en la empresa, que tiene la obligación de atender el bienestar de sus empleados.

Uno de los motivos por los que Luz Arrebola ha decidido especializarse en este ámbito es la gran pérdida de talentos que provoca el mobbing. En relación a las personas “altamente sensibles y de altas capacidades” sostiene que “son personas brillantes, profesionales eficientes que de pronto caen”. Piñuel indica que la población canaria es más vulnerable al acoso laboral: “La personalidad y la actitud de no confrontación convierte a los profesionales de las Islas en un target para los psicópatas organizacionales”, cuenta. Por ello, las primeras asociaciones contra este fenómeno nacieron en el Archipiélago.

La prevención unida a la cultura del cuidado y el buen trato son el antídoto contra el acoso: “Debemos abandonar los roles históricamente masculinos de depredar y cazar y extender los que tradicionalmente se han atribuido a las mujeres como cuidar y respetar”, plantea Boyra, quien considera que, al igual que en el acoso escolar, en el laboral el papel de los testigos es determinante. “Es necesario saber identificar las conductas violentas y posicionarse contra ellas”, concluye.

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