Aumentan las viejas, cabrillas y morenas negras en las reservas marinas de Canarias
Los científicos que durante ocho años han seguido la evolución de las tres reservas marinas de interés pesquero de Canarias, en El Hierro, La Palma y La Graciosa, se encuentran satisfechos con el aumento general de la biomasa y de la talla media de peces como la vieja, la cabrilla y la morena negra.
El científico del Instituto Español de Oceanografía (IEO), Pablo Martín-Sosa, ha explicado en una entrevista que, aunque es difícil cuantificar el incremento exacto, sí han apreciado que algunas especies como las mencionadas se han beneficiado y se han recuperado de manera significativa gracias a esta protección, cuyo objetivo es lograr una explotación sostenida de los recursos de interés pesquero.
Por ejemplo, la vieja ha experimentado un incremento en las reservas, al tratarse de una especie de crecimiento rápido y, sin embargo, el mero tarda más en aumentar su biomasa, al ser un pescado que crece de forma más lenta, ha indicado Martín-Sosa.
El investigador, que ha trabajado durante más de diez años en áreas marinas protegidas de interés pesquero, ha puesto como ejemplo La Palma, donde el sector pesquero apoyó la iniciativa de creación de la reserva marina al ver que el potencial pesquero de la zona decaía por causas derivadas de la sobrepesca.
Esta reserva, ubicada en el litoral sur occidental de la Isla, ha experimentado recientes cambios como consecuencia de las demandas de los pescadores, que pueden pescar morenas con tambores y túnidos incluso dentro de la zona de reserva integral.
Estas autorizaciones por parte del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente son fruto del buen entendimiento entre las administraciones, las instituciones científicas y las cofradías de pescadores, que han conseguido una serie de usos, que en principio estaban prohibidos en la reserva, y que de manera temporal, vigilada, controlada y con seguimiento científico ahora se permiten.
El estudio que los científicos realizaron del año 2003 al 2011 mediante convenios de colaboración con la Secretaría General de Pesca, constató un aumento generalizado de la talla media y de la biomasa de especies que tienen interés pesquero, como la vieja, la cabrilla y la morena negra y de otras de gran importancia ecológica como el mero.
Los científicos, que prevén retomar esta investigación el próximo año, se percataron de que en las tres reservas canarias hay especies más agradecidas a la protección, como la vieja, que experimentan beneficios antes.
El seguimiento de los expertos se basó en recoger información de las descargas de pescado a diario para saber cuántos kilos y de qué especies se cogen y ver si varía en los años que pasan desde que se estableció la reserva.
También tomaron medidas de los ejemplares para saber si la talla media aumentaba y se embarcaron con los pescadores locales para conocer cómo y en qué zonas trabajaban, ha señalado el científico del IEO, quien defiende que para poder hacer sostenible una actividad económica como la pesca artesanal es necesario proteger los recursos.
No solo los expertos defienden esta idea, también lo hicieron los pescadores de El Hierro, incluso antes de que, a petición suya, se estableciera la reserva en la Punta de La Restinga, en el Mar de Las Calmas.
En este caso, ha señalado el científico, la administración solo tuvo que atender la solicitud de las cofradías de pescadores, que desde hace años restringen sus propios métodos pesqueros ya que son plenamente conscientes de que es la única forma de hacer sostenible su actividad.
“Los pescadores pretenden que las reservas les beneficien lo máximo posible”, ha manifestado el científico, quien ha aseverado que los pescadores, de manera general, consideran que las reservas funcionan, si bien exigen a la administración que no sea rígida para que la normativa sea flexible, dinámica y se pueda cambiar sin muchas trabas burocráticas.
Aunque las normativas varían para atender las circunstancias locales, las reservas disponen de un núcleo central protegido de forma integral en el que no se puede hacer nada salvo actividades científicas con permiso previo.
Rodeando este espacio hay una zona de transición en la que se permite algún uso como, por ejemplo, la pesca con caña y, en ocasiones, la pesca con caña recreativa desde la orilla.
En el resto de la reserva se suele permitir todos aquellos métodos de pesca que no son muy agresivos, como con aparejos y currica.