El bote de vela latina en el que las mujeres rompen barreras

Integrantes del bote 'Tara del Mar'.

Jennifer Jiménez

Las Palmas de Gran Canaria —

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Fuerza y coordinación. Son dos características importantes a la hora de practicar la vela latina, un deporte popular en Canarias pero tradicionalmente muy masculinizado. Se trata de una actividad en la que hasta hace unos años no existían oportunidades para las mujeres y eso fue lo que les empujó a un grupo de ellas a impulsar el bote Tara del Mar, un nombre que simboliza al ídolo aborigen que evoca a la fertilidad y el papel de la mujer. Salió a navegar por primera vez en 1998 y tuvo que retirarse varios años por la falta de patrocinadores. Esta temporada vuelve a navegar con más ganas para demostrar que “tenemos nuestro hueco en la vela latina y que sabemos afrontarlo”, explica Carmen Delia Hernández, una de las fundadoras de este bote del que también es presidenta. Junto a María del Carmen Hinojal (vicepresidenta) han reclutado a 20 mujeres que competirán con el resto de botes en la temporada 2020, que comienza este mes de marzo.

Se trata de un grupo de mujeres de entre 19 y 52 años y que en su mayoría compiten por primera vez, aunque el Tara del Mar tiene ya mucha historia en este deporte que además es Bien de Interés Cultural (BIC). La presidenta explica orgullosa cómo han sabido plantar cara a importantes botes y han quedado terceras en algunos torneos y en otras ocasiones sextas en la competición regular de La Caja. Ella, que lleva 24 años en este mundo, asegura que los comienzos fueron más difíciles, sobre todo con las personas más mayores que lo entendían como deporte de hombres. “La vela latina siempre fue un mundo de hombres y entrecomillas un mundo machista. Intentar navegar con ellos en principio fue complicado y entonces surgió la idea de crear un bote femenino para dar opción y oportunidad a la mujer a integrarse y a navegar”, explica.

María del Carmen Hinojal añade además que el bote se ha convertido “más que en un casco de madera, en un sentimiento” y añade orgullosa: “Aquí estamos batallando”. La Bahía de Las Palmas de Gran Canaria aporta el ingrediente necesario para que se pueda dar este deporte en la ciudad. Es la única isla donde se practica una competición de estas características aunque existe tradición también en Lanzarote, pero con otro tipo de botes. La vicepresidenta insiste en que la clave para haber conseguido un grupo tan amplio en pocos meses es haber logrado introducir la idea de que “sí se puede”. Actualmente, celebra que son “un ejemplo” y anima a que con el tiempo sean ellas las que mantengan la tradición y que se animen otros botes de mujeres a competir.

La presidenta del Tara del Mar considera que en la relación de las mujeres con la vela latina, al igual que ha ocurrido en otros sectores, influye el hecho de que tradicionalmente han tenido que dedicarse además a otras obligaciones. “Es complicado porque hoy la mujer ha caminado mucho, pero la disponibilidad no ha sido la misma que la de un hombre, que sale de su casa por la mañana y llega cuando llega”, matiza. No obstante, celebra que “la juventud de hoy está avanzando, tiene fuerza y está poniendo sus derechos encima de la mesa”.

Ambas recuerdan que se trata de un deporte complicado, ya que uno de los hándicap es la fuerza. Sin embargo, hay mecanismos y técnicas para controlar la vela.“La mujer en ese sentido con respecto al hombre está un poco de desventaja, pero poco a poco hemos ido buscando nuestro hueco”, insisten las impulsoras de este bote. En los primeros años, a las mujeres solo se les permitió participar en concursos y no en el campeonato provincial, pero ahora sí que pueden hacerlo. Los problemas para conseguir patrocinadores se han saldado este año gracias al apoyo de la Consejería de Igualdad del Cabildo de Gran Canaria y a una cafetería que les suministra las comidas para los días en que compiten. No obstante, no siempre ha sido así. Mantener el bote y tenerlo a punto para navegar supone un gran esfuerzo ya que los materiales no son baratos y toda la hazaña requiere de gran envergadura. La Federación de Vela Latina, explica la presidenta de Tara del Mar, realiza también un gran esfuerzo cada año para llegar a acuerdos sobre los seguros de los botes, entre otras cuestiones. Sin embargo, el apoyo de los patrocinadores es fundamental ya que se trata de un deporte gratuito.

Los cinco años en los que el bote femenino dejó de salir a navegar fueron muy difíciles para Carmen Delia y María del Carmen. Ambas estuvieron en los comienzos y verlo en su caseta les ponía un nudo en la garganta. Es por ello que llevan años trabajando por conseguir la financiación y a un grupo de mujeres que estén dispuestas. Los entrenamientos se realizan todos los sábados desde las 10.00 de la mañana. En La Bahía de Las Palmas de Gran Canaria todos y todas son ya una gran familia. Su bote, entre otros 14 que previsiblemente competirán a partir de finales de marzo, llama la atención por el entusiasmo y la cantidad de mujeres que se concentran en él para empezar la aventura.

Hay algunas mujeres que sí que forman parte de otros botes, pero son de carácter familiar y su presencia es más puntual. En una de esas mañanas de trabajo, se puede apreciar cómo una de las jóvenes con experiencia y que sale a navegar con su familia se acerca a ayudar a las mujeres de este bote, pero también se perciben hombres de diversas edades que se acercan a preguntar con familiaridad si necesitan algo o simplemente a comentar qué tal están las condiciones del tiempo. “Competimos entre nosotros pero también somos una familia”, aseguran las fundadoras de Tara del Mar. Las jornadas de entreno terminan siempre con una comida en la bahía.

Según Carmen Delia Hernández, la característica principal del bote de vela latina en Canarias es que la embarcación como tal “mide de la proa a la popa unos 6,70 metros, de estribor a babor (el ancho) 2,35 o 2,70 y después tiene una superficie vélica extremadamente exagerada, de 40 m2. Llevamos una vela de 13,25 máximo y las características vela-casco son las que la hacen diferente e imposible de navegar según algunos sitios”. A la hora de competir, no solo influyen las horas de entrenos, también depende mucho de las condiciones de viento y el mar. Además, el campeonato es similar al del fútbol o al de cualquier otro deporte de equipo, cada fin de semana se miden con otro bote y eso determina los puestos en la clasificación. En este caso, en cada bote hay un mínimo de 9 deportistas y un máximo de 13.

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